Las popochas carecen de valor económico pero poseen una indiscutible relevancia ambiental.
ró su propia hipótesis: “las causas podrían
ser inversión térmica del agua, reproducción de algas o descomposición de materia
orgánica en el fondo de la laguna […] lo que
debe quedar claro, es que una sola especie es
la que se ve afectada, este pez no afecta a la
economía de los pescadores ni el ecosistema
de la laguna, no se pesca, no se vende y no
se come”.
La popocha está en la lista de especies
protegidas por la Norma Oficial Mexicana
nom 059, bajo la categoría de amenazada.
Sólo se le ha registrado en los alrededores del lago de Chapala, el gigante vecino
que se extiende al trasponer la sierra del Travesaño, al sur.
Cajititlán, sin ninguna explosión desarrollista, siempre fue un ecosistema frágil. Sufrió desecación total en 1947 y luego, en 2001. Pero las crónicas colonias son
contundentes. En 1621, decía Domingo Lázaro de Arregui: “La laguna […] tiene
algunos bagres, y pescado blanco y otro pescadillo, y las mayores ranas que se han
visto por acá. Y de lo que más sirve y aprovecha esta laguna es de yerba que se saca
de sus márgenes; y es un canutillo verde todo el año que se lleva a Guadalajara y es
buen pienso para los caballos. Dicen que se suele secar esta laguna pero no lo ha
hecho de diez años a esta parte…” (citado en Acaxititlán. “El agua encajonada”.
Notas para el estudio de un antiguo centro rector en la cuenca de Cajititlán, Jalisco.
Erick G. Rizo).
NOTA
15
Cajititlán: un misterioso desastre ambiental