Con cristales y rayos X escudriñamos el interior de la materia, llegando a observar átomos y moléculas, los ladrillos de nuestro mundo material. Con ello somos capaces de comprender la materia que nos rodea, obtener materiales con nuevas propiedades, y entender y modificar los mecanismos que gobiernan la vida.
Aunque erróneamente solemos referirnos al vidrio de las ventanas con la palabra "cristal", no es a estos materiales a los que hace mención el título, sino a otros igualmente conocidos. Nos referimos, por ejemplo, a los minerales, o cristales naturales, que encontramos a diario sin necesidad de acudir a un museo. Una roca y una montaña están constituidas por minerales, tan cristalinos como el azúcar de un terrón, un trozo de porcelana o el oro de un anillo. Pero la formación de cristales no es exclusiva de los minerales, ya que los encontramos también (aunque no necesariamente de modo natural) en los compuestos llamados orgánicos, e incluso en los ácidos nucleicos, en las proteínas y en los virus.
Los "cristales" de las ventanas (los vidrios), tienen muy poco en común con los cristales verdaderos. Si pudiéramos observar la estructura interna de estos dos tipos de materiales observaríamos que, mientras los vidrios muestran una distribución casi aleatoria de sus átomos, los cristales responden a un ordenamiento casi perfecto de sus átomos y/o moléculas, empaquetados mediante caprichosas leyes de repetición (tal como lo hacen los mosaicos de la Alhambra). Y es esta naturaleza ordenada de los átomos o moléculas en los cristales la que dio nombre a una ciencia, hoy universal y conocida desde la Grecia antigua, denominada Cristalografía.
Pero fue a partir de ciertos descubrimientos acontecidos a principios del siglo XX, cuando esta ciencia nos dio la clave para conocer y comprender la materia a nivel submicroscópico, ya que hoy nos permite "ver" la estructura interna de los cristales cuando estos se iluminan con una "luz" denominada rayos X. Por este motivo, y para conmemorar el centenario del hallazgo mencionado, la Asamblea General de Naciones Unidas decidió proclamar 2014 Año Internacional de la Cristalografía. Entre varios considerandos, la resolución reconoce que la comprensión material de nuestro mundo se debe en particular a esta ciencia y subraya que la enseñanza y aplicación de la misma es fundamental para hacer frente a múltiples desafíos, esenciales para el desarrollo de la humanidad.
La resolución de la ONU celebra el centenario de uno de los hallazgos más llamativos de la ciencia universal, la constatación de que los rayos X, descubiertos casualmente en 1895 por Wilhelm Conrad Röntgen (1845-1923), se comportaban como ondas electromagnéticas y, lo que fue aún más importante, que éstos interaccionaban con los cristales, a través del fenómeno denominado "difracción", demostrando su constitución ordenada y repetitiva. Tales descubrimientos (1912), que fueron debidos al físico alemán, y laureado Nobel de Física en 1914, Max von Laue (1879-1960), fueron seguidos por un conjunto de nuevos hallazgos que cambiaron nuestro conocimiento sobre la materia, y por ende la historia contemporánea.
Gracias a ello, hoy la Cristalografía es la ciencia que explora el micro-mundo de los átomos a una resolución increíblemente detallada. Ha hecho posible que podamos averiguar cómo son los cristales, las moléculas, las hormonas, los ácidos nucleicos, las enzimas, las proteinas y los virus, "viendo" su estructura atómica en tres dimensiones.
Podemos comprender a que se debe las propiedades de todos estos compuestos, y entender su funcionalidad en una reacción química, en un tubo de ensayo, o en el interior de un ser vivo.
Ciencia a través del cristal
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