Héctor B. Fletes Ocón l Katia Lozano Uvario
de población económicamente activa involucrada, y en número de hogares e
ingreso obtenido, señala De Grammont (2009). El trato discriminatorio que
han hecho las políticas económicas desde principios de los años ochenta, de las
agriculturas “competitivas”, “comerciales”, “modernas”, en contra de aquellas
“tradicionales”, “ineficientes” y de “subsistencia”, así como la transformación
de la participación del Estado, condujo en México a la desaparición entre 1992
y 2004 de un poco más de un millón de unidades económicas campesinas pluriactivas
(Carton de Grammont, 2009)3. Para amortiguar este proceso, agricultores en
un contexto de economía campesina, retornaron a realizar actividades en el
campo, como estrategia de seguridad alimentaria y económica, en particular
los productores de maíz (Eakin et al., 2014).
Globalización de la desigualdad social
Más que la ampliación de las interconexiones (o a la par de las mismas), la
actual globalización es también un proceso de expansión de las resistencias y de
la lucha por una democracia no sólo política, sino también, social y económica.
Por todos lados, desde el movimiento laboral, las manifestaciones en los foros
mundiales de comercio, la Primavera Árabe, o Vía Campesina, se dejan ver
expresiones del profundo descontento producido por las actuales formas de
relación y regulación económica. En una era en donde se asume mayor libertad,
por la posibilidad que tiene la población de interconectarse en tiempo real a
grandes distancias (así como de ejercer presión sobre burocracias políticas, y
gobiernos autoritarios), se reproducen ejercicios de represión de la diferencia,
y políticas de desigualdad y exclusión. Haesbaert (2011) ha señalado ciertos
patrones de desigualdad económica y exclusión territorial en la presente era,
mismo periodo de los grandes adelantos tecnológicos en telecomunicaciones
y sistemas informáticos que se asume han mejorado el nivel de vida.
Una situación similar se encuentra si analizamos el sistema alimentario,
en donde los movimientos sociales adquieren una gran diversidad, es decir
no se trata sólo de la búsqueda de sistemas más naturales o respetuosos con
el ambiente. Sin embargo, consideremos tal aspecto en primera instancia.
Como consecuencia de la proliferación de nuevas enfermedades asociadas
De Grammont distingue para su análisis dos tipos de hogares/familias rurales: unas son
las Unidades Económicas Campesinas Pluriactivas (UECP), que son familias campesinas,
las cuales hacen una compleja combinación entre actividad agropecuaria y asalariada,
ocasionalmente con pequeños negocios y oficios propios, conocida como pluriactividad
campesina. Por otro lado, se encuentran las familias no campesinas que, debido al crecimiento
demográfico y al fin del reparto agrario, representan ahora la mayoría de los hogares en el
campo. Estas familias rurales no campesinas viven, en esencia, del trabajo asalariado. Son
por definición pluriactivas, y las denomina Unidades Familiares Rurales.
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