CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 81

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Lisbeth procedía de la pequeña burguesía del tchin. Era una mujer desgalichada, de talla desmedida, de piernas largas y torcidas y pies enormes, como toda su persona, siempre calzados con zapatos ligeros. Lo que más asombraba y divertía al estudiante era que Lisbeth estaba continuamente encinta. -Pero ¿no has dicho que no vale nada? -inquirió el oficial. -Tiene la piel negruzca y parece un soldado disfrazado de mujer, pero no puede decirse que sea fea. Su cara no está mal, y menos sus ojos. La prueba es que gusta mucho. Es tan dulce, tan humilde, tan resignada... La pobre no sabe decir a nada que no: hace todo lo que le piden... ¿Y su sonrisa? ¡Ah, su sonrisa es encantadora! -Ya veo que a ti también te gusta -dijo el oficial, echándose a reír. -Por su extravagancia. En cambio, a esa maldita vieja, la mataría y le robaría sin ningún remordimiento, ¡palabra! -exclamó con vehemencia el estudiante. El oficial lanzó una nueva carcajada, y Raskolnikof se estremeció. ¡Qué extraño era todo aquello! -Oye -dijo el estudiante, cada vez más acalorado-, quiero exponerte una cuestión seria. Naturalmente, he hablado en broma, pero escucha. Por un lado tenemos una mujer imbécil, vieja, enferma, mezquina, perversa, que no es útil a nadie, sino que, por el contrario, es toda maldad y ni ella misma sabe por qué vive. Mañana morirá de muerte natural... ¿Me sigues? ¿Comprendes? -Sí -afirmó el oficial, observando atentamente a su entusiasmado amigo. -Continúo. Por otro lado tenemos fuerzas frescas, jóvenes, que se pierden, faltas de sostén, por todas partes, a miles. Cien, mil obras útiles se podrían mantener y mejorar con el dinero que esa vieja destina a un monasterio. Centenares, tal vez millares de vidas, se podrían encauzar por el buen camino; multitud de StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 80 Comentario [L19]: Funcionarios del Estado.