CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 74

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski inmóvil y ensangrentado y lo besa; besa sus labios, sus ojos. Luego da un salto y corre hacia Mikolka blandiendo los puños. En este momento lo encuentra su padre, que lo estaba buscando, y se lo lleva. -Ven, ven -le dice-. Vámonos a casa. -Papá, ¿por qué han matado a ese pobre caballito? -gime Rodia. Alteradas por su entrecortada respiración, sus palabras salen como gritos roncos de su contraída garganta. -Están borrachos -responde el padre-. Así se divierten. Pero vámonos: aquí no tenemos nada que hacer. Rodia le rodea con sus brazos. Siente una opresión horrible en el pecho. Hace un esfuerzo por recobrar la respiración, intenta gritar... Se despierta. Raskolnikof se despertó sudoroso: todo su cuerpo estaba húmedo, empapados sus cabellos. Se levantó horrorizado, jadeante... -¡Bendito sea Dios! -exclamó-. No ha sido más que un sueño. Se sentó al pie de un árbol y respiró profundamente. «Pero ¿qué me ocurre? Debo de tener fiebre. Este sueño horrible lo demuestra.» Tenía el cuerpo acartonado; en su alma todo era oscuridad y turbación. Apoyó los codos en las rodillas y hundió la cabeza entre las manos. «¿Es posible, Señor, es realmente posible que yo coja un hacha y la golpee con ella hasta partirle el cráneo? ¿Es posible que me deslice sobre la sangre tibia y viscosa, para forzar la cerradura, robar y ocultarme con el hacha, temblando, ensangrentado? ¿Es posible, Señor?» Temblaba como una hoja... «Pero ¿a qué pensar en esto? -prosiguió, profundamente sorprendido-. Ya estaba convencido de que no sería capaz de hacerlo. ¿Por qué, pues, atormentarme así...? Ayer mismo, cuando hice el... ensayo, comprendí perfectamente que esto era StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 73