Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-¿Rasumikhine? ¿Un artículo de su hermano en una revista?
Ignoraba que hubiera escrito semejante artículo... Pero ¿adónde
va, Avdotia Romanovna?
-Quiero ver a Sonia Simonovna -repuso Dunia con voz débil-.
¿Dónde está la puerta de su habitación? Tal vez ha regresado ya.
Quiero verla en seguida para que ella me...
No pudo terminar; se ahogaba materialmente.
-Sonia Simonovna no volverá hasta la noche. Así lo supongo.
Tenía que volver en seguida y no lo ha hecho. Esto es señal de
que regresará tarde.
-¡Me has engañado! ¡Me has mentido! -exclamó Dunia en un
arrebato de cólera que la enloquecía-. Ahora lo veo claro. ¡Me has
mentido! ¡No te creo, no te creo!
Y cayó casi desvanecida en una silla que Svidrigailof se apresuró
a acercarle.
-Pero, ¿qué le ocurre, Avdotia Romanovna? Cálmese. Tenga,
beba un poco de agua.
Svidrigailof le salpicó el rostro. Dunetchka se estremeció y volvió
en sí.
-Ha sido un golpe demasiado violento -murmuró Svidrigailof,
apenado-. Tranquilícese, Avdotia Romanovna. Su hermano tiene
amigos. Le salvaremos. ¿Quiere usted que lo mande al
extranjero? No tardaré más de tres días en conseguirle un billete.
En cuanto a su crimen, él lo borrará a fuerza de buenas acciones.
Cálmese. Todavía puede llegar a ser un gran hombre. ¿Se siente
usted mejor?
-¡Qué cruel e indigno es usted! Todavía se atreve a burlarse.
¡Déjeme en paz!
-¿Adónde va?
-A casa de Rodia. ¿Dónde está ahora? Usted lo sabe... ¿Por qué
está cerrada esta puerta? Hemos entrado por aquí y ahora está
cerrada con llave. ¿Cuándo la ha cerrado?
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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