CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 559

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Oiga, Rodion Romanovitch, no tome mis palabras demasiado al pie de la letra. Acaso no encuentre usted en la cárcel ningún reposo. En fin de cuentas, esto no es más que una teoría, y personal por añadidura. Por lo visto, soy una autoridad para usted. Por otra parte, quién sabe si le oculto algo. Usted no me puede exigir que le revele todos mis secretos.¡Je, je! »Pasemos a la segunda cuestión, al provecho que obtendría usted de una confesión espontánea. Este provecho es indudable. ¿Sabe usted que aminoraría considerablemente su pena? Piense en el momento en que haría usted su propia denuncia. Por favor, reflexione. Usted se presentaría cuando otro se ha acusado del crimen, trastornando profundamente el proceso. Y yo le juro ante Dios que me las compondría de modo que a la vista del tribunal gozara usted de todos los beneficios de su acto, el cual parecería completamente espontáneo. Le prometo que destruiríamos toda esa psicología y que reduciría usted a la nada todas las sospechas que pesan sobre usted, de modo que su crimen apareciese como la consecuencia de una especie de arrebato, cosa que en el fondo es cierta. Yo soy un hombre honrado, Rodion Romanovitch, y mantendré mi palabra. Raskolnikof bajó la cabeza tristemente y quedó pensativo. Al fin sonrió de nuevo; pero esta vez su sonrisa fue dulce y melancólica. -No me interesa -dijo como si no quisiera seguir hablando con Porfirio Petrovitch-. No necesito para nada su disminución de pena. -¡Vaya! Esto es lo que me temía -exclamó Porfirio como a pesar suyo- Sospechaba que iba usted a desdeñar nuestra indulgencia. Raskolnikof le miró con expresión grave y triste. -No, no dé por terminada su existencia -continuó Porfirio-. Tiene usted ante sí muchos años de ida. No comprendo que no quiera usted una disminución de pena. Es usted un hombre difícil de contentar. -¿Qué puedo ya esperar? StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 558