CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 557

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Los dos callaron. Este silencio, en el que había algo extraño, se prolongó no menos de diez minutos. Raskolnikof, con los codos en la mesa, se revolvía el cabello con las manos. Porfirio Petrovitch esperaba sin dar la menor muestra de impaciencia. De pronto, el joven dirigió al magistrado una mirada despectiva. -Vuelve usted a su antigua táctica, Porfirio Petrovitch. ¿Nose cansa usted de emplear siempre los mismos procedimientos? -¿Procedimientos? ¿Qué necesidad tengo de emplearlos ahora? La cosa cambiaría si habláramos ante testigos. Pero estamos solos. Yo no he venido aquí a cazarle como una liebre. Que confiese usted o no en este momento, me importa muy poco. En ambos casos, mi convicción seguiría siendo la misma. -Entonces, ¿por qué ha venido usted? -preguntó Raskolnikof sin ocultar su enojo-. Le repito lo que le dije el otro día: si usted me cree culpable, ¿por qué no me detiene? -Bien; ésa, por lo menos, es una pregunta sensata y la contestaré punto por punto. En primer lugar, le diré que no me conviene detenerle en seguida. -¿Qué importa que le convenga o no? Si está usted convencido, tiene el deber de hacerlo. -Mi convicción no tiene importancia. Hasta este momento sólo se basa en hipótesis. ¿Por qué he de darle una tregua haciéndolo detener? Usted sabe muy bien que esto sería para usted un descanso, ya que lo pide. También podría traerle al hombre que le envié para confundirle. Pero usted le diría: « Eres un borracho. ¿Quién me ha visto contigo? Te miré simplemente como a un hombre embriagado, pues lo estabas.» ¿Y qué podría replicar yo a esto? Sus palabras tienen más verosimilitud que las del otro, que descansan únicamente en la psicología y, por lo tanto, sorprenderían, al proceder de un hombre inculto. En cambio, usted habría tocado un punto débil, pues ese bribón es un bebedor empedernido. Ya le he dicho otras veces que estos StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 556