Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
pude cometer tamaña equivocación. Estaba dispuesto a sostener
en todos los terrenos la inocencia de esos hombres.
-Dime, por favor, ¿dónde te has enterado de todo eso y por qué
te interesa tanto este asunto? -preguntó Raskolnikof, visiblemente
afectado.
-¿Que por qué me interesa? ¡Vaya una pregunta! En cuanto Al
origen de mis informes, ha sido Porfirio, y otros, pero Porfirio
especialmente, el que me lo ha explicado todo.
-¿Porfirio?
-Sí.
-Bueno, pero ¿qué te ha dicho? -preguntó Raskolnikof perdiendo
la calma.
-Me lo ha explicado todo con gran claridad, procediendo según su
método psicológico.
-¿Te ha explicado eso? ¿Él mismo te lo ha explicado?
-Sí, él mismo. Adiós. Tengo todavía algo que contarte, pero
habrá de ser en otra ocasión, pues ahora tengo prisa. Hubo un
momento en que creí... Bueno, ya te lo contaré en otro
momento... Lo que quiero decirte es que ya no tengo necesidad
de beber: tus palabras han bastado para emborracharme. Sí,
Rodia, estoy embriagado, embriagado sin haber bebido... Bueno,
adiós. Hasta pronto.
Se marchó.
« Es un conspirador político: estoy seguro, completamente
seguro -se dijo con absoluta convicción Rasumilchine mientras
bajaba la escalera-. Y ha complicado a su hermana en el asunto.
Esta hipótesis es más que plausible, dado el carácter de Avdotia
Romanovna. Los dos hermanos tienen entrevistas. Algunas de sus
palabras, ciertas alusiones, me lo demuestran. Por otra parte, ésta
es la única explicación que puede tener este embrollo. Y yo que
creía... ¡Señor, lo que llegué a pensar...! Una verdadera
aberración; me siento culpable ante él. Pero fue él mismo el que
el otro día, en el pasillo, junto a la lámpara, me inspiró semejante
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 542