CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 513

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Ahora lo sé... Compréndeme... Si tuviera que volver a hacerlo, tal vez no lo haría... Era otra la cuestión que me preocupaba y me impulsaba a obrar. Yo necesitaba saber, y cuanto antes, si era un gusano como los demás o un hombre, si era capaz de franquear todos los obstáculos, si osaba inclinarme para asir el poder, si era una criatura temerosa o si procedía como el que ejerce un derecho. -¿Derecho a matar? -exclamó la joven, atónita. -¡Calla, Sonia! -exclamó Rodia, irritado. A sus labios acudió una objeción, pero se limitó a decir-: No me interrumpas. Yo sólo quería decirte que el diablo me impulsó a hacer aquello y luego me hizo comprender que no tenía derecho a hacerlo, puesto que era un gusano como los demás. El diablo se burló de mí. Si estoy en tu casa es porque soy un gusano; de lo contrario, no te habría hecho esta visita... Has de saber que cuando fui a casa de la vieja, yo solamente deseaba hacer un experimento. -Usted mató. -Pero ¿cómo? No se asesina como yo lo hice. El que comete un crimen procede de modo muy distinto... Algún día lo contaré todo detalladamente... ¿Fue a la vieja a quien maté? No, me asesiné a mí mismo, no a ella, y me perdí para siempre... Fue el diablo el que mató a la vieja y no yo. Y de pronto exclamó con voz desgarradora: -¡Basta, Sonia, basta! ¡Déjame, déjame! Raskolnikof apoyó los codos en las rodillas y hundió la cabeza entre sus manos, rígidas como tenazas. -¡Qué modo de sufrir! -gimió Sonia. -Bueno, ¿qué debo hacer? Habla -dijo el joven, levantando la cabeza y mostrando su rostro horriblemente descompuesto. -¿Qué debes hacer? -exclamó la muchacha. Se arrojó sobre él. Sus ojos, hasta aquel momento bañados en lágrimas, centellaron de pronto. -¡Levántate! StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 512