Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
estupidez de los demás, ¿por qué no buscas el modo de mostrarte
más inteligente que ellos?" Más adelante, Sonia, comprendí que
esperar a que todo el mundo fuera inteligente suponía una gran
pérdida de tiempo. Y después me convencí de que este momento
no llegaría nunca, que los hombres no podían cambiar, que no
estaba en manos de nadie hacerlos de otro modo. Intentarlo
habría sido perder el tiempo. Sí, todo esto es verdad. Es la ley
humana. La ley, Sonia, y nada más. Y ahora sé que quien es
dueño de su voluntad y posee una inteligencia poderosa consigue
fácilmente imponerse a los demás hombres; que el más osado es
el que más razón tiene a los ojos ajenos; que quien desafía a los
hombres y los desprecia conquista su respeto y llega a ser su
legislador. Esto es lo que siempre se ha visto y lo que siempre se
verá. Hay que estar ciego para no advertirlo.
Raskolnikof, aunque miraba a