CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 486

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Pero que esta humillación que hoy ha sufrido usted, señorita, le sirva de lección para el futuro. Daré el asunto por terminado y las cosas no pasarán de aquí. Piotr Petrovitch miró de reojo a Raskolnikof, y las miradas de ambos se encontraron. Los ojos del joven llameaban. Catalina Ivanovna, como si nada hubiera oído, seguía abrazando y besando a Sonia con frenesí. También los niños habían rodeado a la joven y la estrechaban con sus débiles bracitos. Poletchka, sin comprender lo que sucedía, sollozaba desgarradoramente, apoyando en el hombro de Sonia su linda carita, bañada en lágrimas. -¡Qué ruindad! -dijo de pronto una voz desde la puerta. Piotr Petrovitch se volvió inmediatamente. -¡Qué ruindad! -repitió Lebeziatnikof sin apartar de él la vista. Lujine se estremeció (todos recordarían este detalle más adelante), y Andrés Simonovitch entró en la habitación. -¿Cómo ha tenido usted valor para invocar mi testimonio? -dijo acercándose a Lujine. Piotr Petrovitch balbuceó: -¿Qué significa esto, Andrés Simonovitch? No sé de qué me habla. -Pues esto significa que usted es un calumniador. ¿Me entiende usted ahora? Lebeziatnikof había pronunciado estas palabras con enérgica resolución y mirando duramente a Lujine con sus miopes ojillos. Estaba furioso. Raskolnikof no apartaba la vista de la cara de Andrés Simonovitch y le escuchaba con avidez, sin perder ni una sola de sus palabras. Hubo un silencio. Piotr Petrovitch pareció desconcertado, sobre todo en los primeros momentos. -Pero ¿qué le pasa? -balbuceó-. ¿Está usted en su juicio? -Sí, estoy en mi juicio, y usted..., usted es un miserable... ¡Qué villanía! lo he oído todo, y si no he hablado hasta ahora ha sido StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 485