CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 482

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Sonia miró en todas direcciones y sólo vio semblantes terribles, burlones, severos o cargados de odio. Dirigió una mirada a Raskolnikof, que estaba en pie junto a la pared. El joven tenía los brazos cruzados y fijaba en ella sus ardientes ojos. -¡Dios mío! -gimió Sonia. -Amalia Ivanovna -dijo Lujine en un tono dulce, casi acariciador-, habrá que llamar a la policía, y le ruego que haga subir al portero para que esté aquí mientras llegan los agentes. -Gott der harmberzige! -dijo la señora Lipevechsel-. Ya sabía yo que era una