CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 334

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Espera, voy contigo. -¿También tú te has propuesto perseguirme? -exclamó Raskolnikof con un gesto tan desesperado que Rasumikhine no se atrevió a insistir. El estudiante permaneció un momento ante la puerta, siguiendo con mirada sombría a Raskolnikof, que se alejaba rápidamente en dirección a su domicilio. Al fin apretó los puños, rechinó los dientes y juró obligar a hablar francamente a Porfirio antes de que llegara la noche. Luego subió para tranquilizar a Pulqueria Alejandrovna, que empezaba a sentirse inquieta ante la tardanza de su hijo. Cuando Raskolnikof llegó ante la casa en que habitaba tenía las sienes empapadas de sudor y respiraba con dificultad. Subió rápidamente la escalera, entró en su habitación, que estaba abierta, y la cerró. Inmediatamente, loco de espanto, corrió hacia el escondrijo donde había tenido guardados