Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
visité, dos horas después recobró repentinamente la salud. Y
puedo asegurarlo porque lo vi con mis propios ojos en casa de un
borracho que acababa de ser atropellado por un coche y que
murió poco después. Por cierto que Rodion Romanovitch entregó
veinticinco rublos "para el entierro" a la hija del difunto, joven
cuya mala conducta es del dominio público. Esto me sorprendió
sobremanera, pues no ignoro lo mucho que le ha costado a usted
conseguir ese dinero.
»Le ruego que salude en mi nombre, con toda devoción, a
Avdotia Romanovna y que acepte el respeto más sincero de su fiel
servidor.
»LUJINE.»
-¿Qué debo hacer, Dmitri Prokofitch?-exclamó Pulqueria
Alejandrovna casi con lágrimas en los ojos- ¿Cómo voy a decir a
Rodia que no venga? Él nos pidió insistentemente que
rompiéramos con Piotr Petrovitch, y he aquí ahora que Piotr
Petrovitch me prohíbe que vea a mi hijo... Pero si yo le digo a
Rodia esto, él es capaz de venir ex profeso. ¿Y qué ocurrirá
entonces?
-Haga usted lo que Avdotia Romanovna juzgue más conveniente
-repuso Rasumikhine en el acto y sin la menor vacilación.
-¡Dios mío! -exclamó la madre. ¡Cualquiera sabe lo que ella
opina! Dice lo que hay que hacer, pero sin explicar el motivo. Su
parecer es que conviene..., no que conviene, sino que es
indispensable... que Rodia venga a las ocho y se encuentre con
Piotr Petrovitch... Mi intención era no decirle nada de esta carta y
procurar, con la ayuda de usted, evitar que viniese... ¡Se irrita tan
fácilmente...! En lo referente a ese alcohólico que ha muerto, no
sé de quién se trata, y tampoco quién es esa hija a la que Rodia
ha entregado un dinero que...
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 269