Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
Dunia se acercó a su madre y la rodeó con sus brazos. Y la
madre estrechó apasionadamente a la hija contra su pecho.
Después, Pulqueria Alejandrovna se sentó y desde este momento
esperó febrilmente la vuelta de Rasumikhine. Entre tanto
observaba a su hija, que, pensativa y con los brazos cruzados, iba
de un lado a otro del aposento. Así procedía siempre Avdotia
Romanovna cuando tenía alguna preocupación. Y su madre jamás
turbaba sus meditaciones.
No cabía duda de que Rasumikhine se había comportado
ridículamente al mostrar aquella súbita pasión de borracho ante la
aparición de Dunia, pero los que vieran a la joven ir y venir por la
habitación con paso maquinal, cruzados los brazos, triste y
pensativa, habrían disculpado fácilmente al estudiante.
Avdotia Romanovna e &W