CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 236

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski «Sin embargo -recordó de pronto-, he encargado que recen por el siervo Rodion. Es una medida de precaución muy atinada.» Y se echó a reír ante semejante puerilidad. Estaba de un humor excelente. Le fue fácil encontrar la habitación de Rasumikhine, pues el nuevo inquilino ya era conocido en la casa y el portero le indicó inmediatamente dónde estaba el departamento de su amigo. Aún no había llegado a la mitad de la escalera y ya oyó el bullicio de una reunión numerosa y animada. La puerta del piso estaba abierta y a oídos de Raskolnikof llegaron fuertes voces de gente que discutía. La habitación de Rasumikhine era espaciosa. En ella había unas quince personas. Raskolnikof se detuvo en el vestíbulo. Dos sirvientes de la patrona estaban muy atareados junto a dos grandes samovares rodeados de botellas, fuentes y platos llenos de entremeses y pastelillos procedentes de casa de la dueña del piso. Raskolnikof preguntó por Rasumikhine, que acudió al punto con gran alegría. Se veía inmediatamente que Rasumikhine había bebido sin tasa y, aunque de ordinario no había medio de embriagarle, era evidente que ahora estaba algo mareado. -Escucha -le dijo con vehemencia Raskolnikof-. He venido a decirte que has ganado la apuesta y que, en efecto, nadie puede predecir lo que hará. En cuanto a entrar, no me es posible: estoy tan débil, que me parece que voy a caer de un momento a otro. Por lo tanto, adiós. Ven a verme mañana. -¿Sabes lo que voy a hacer? Acompañarte a tu casa. Cuando tú dices que estás débil... -¿Y tus invitados...? Oye, ¿quién es ese de cabello rizado que acaba de asomar la cabeza? -¿Ése? ¡Cualquiera sabe! Tal vez un amigo de mi tío... O alguien que ha venido sin invitación... Dejaré a los invitados con mi tío. Es un hombre extraordinario. Es una pena que no puedas conocerle... Además, ¡que se vayan todos al diablo! Ahora se burlan de mí. Necesito refrescarme. Has llegado oportunamente, StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 235