CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 234

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski La niña, en vez de contestarle, acercó a él su carita, contrayendo y adelantando los labios para darle un beso. De súbito, aquellos bracitos delgados como cerillas rodearon el cuello de Raskolnikof fuertemente, muy fuertemente, y Polenka, apoyando su infantil cabecita en el hombro del joven, rompió a llorar, apretándose cada vez más contra él. -¡Pobre papá! -exclamó poco después, alzando su rostro bañado en lágrimas, que secaba con sus manos-. No se ven más que desgracias -añadió inesperadamente, con ese aire especialmente grave que adoptan los niños cuando quieren hablar como las personas mayores. -¿Os quería vuestro padre? -A la que más quería era a Lidotchka -dijo Polenka con la misma gravedad y ya sin sonreír-, porque es la más pequeña y está siempre enferma. A ella le traía regalos y a nosotras nos enseñaba a leer, y también la gramática y el catecismo -añadió con cierta arrogancia-. Mamá no decía nada, pero nosotros sabíamos que esto le gustaba, y papá también lo sabía; y ahora mamá quiere que aprenda francés, porque dice que ya tengo edad para empezar a estudiar. -¿Y las oraciones? ¿Las sabéis? -¡Claro! Hace ya mucho tiempo. Yo, como soy ya mayor, rezo bajito y sola, y Kolia y Lidotchka rezan en voz alta con mamá. Primero dicen la oración a la Virgen, después otra: «Señor, perdona a nuestro otro papá y bendícelo.» Porque nuestro primer papá se murió, y éste era el segundo, y nosotros rezábamos también por el primero. -Poletchka, yo me llamo Rodion. Nómbrame también alguna vez en tus oraciones... «Y también a tu siervo Rodion...» Basta con esto. -Toda mi vida rezaré por usted -respondió calurosamente la niña. Y de pronto se echó a reír, se arrojó sobre Raskolnikof y otra vez le rodeó el cuello con los brazos. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 233