CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 180

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Y volvió a lanzar un bostezo. -¡Oh! Hace ya bastante tiempo que ha vuelto en sí: esta mañana -dijo Rasumikhine, cuya familiaridad respiraba tanta franqueza y simpatía, que Piotr Petrovitch empezó a sentirse menos cohibido. Además, hay que tener presente que el impertinente y desharrapado joven se había presentado como estudiante. -Su madre... -comenzó a decir Lujine. Rasumikhine lanzó un ruidoso gruñido. Lujine le miró con gesto interrogante. -No, no es nada. Continúe. -Su madre empezó a escribirle antes de que yo me pusiera en camino. Ya en Petersburgo, he retrasado adrede unos cuantos días mi visita para asegurarme de que usted estaría al corriente de todo. Y ahora veo, con la natural sorpresa... -Ya estoy enterado, ya estoy enterado -replicó de súbito Raskolnikof, cuyo semblante expresaba viva irritación-. Es usted el novio, ¿verdad? Bien, pues ya ve que lo sé. Piotr Petrovitch se sintió profundamente herido por la aspereza de Raskolnikof, pero no lo dejó entrever. Se preguntaba a qué obedecía aquella actitud. Hubo una pausa que duró no menos de un minuto. Raskolnikof, que para contestarle se había vuelto ligeramente hacia él, empezó de súbito a examinarlo fijamente, con cierta curiosidad, como si no hubiese tenido todavía tiempo de verle o como si de pronto hubiese descubierto en él algo que le llamara la atención. Incluso se incorporó en el diván para poder observarlo mejor. Sin duda, el aspecto de Piotr Petrovitch tenía un algo que justificaba el calificativo de novio que acababa de aplicársele tan gentilmente. Desde luego, se veía claramente, e incluso demasiado, que Piotr Petrovitch había aprovechado los días que llevaba en la capital para embellecerse, en previsión de la llegada de su novia, cosa tan inocente como natural. La satisfacción, acaso algo excesiva, que experimentaba ante su feliz StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 179