Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
sería una cosa en cierto modo natural; no los zapatos, sino las
medias. Y también me he bebido su esclavina de piel de cabra,
que era de su propiedad, pues se la habían regalado antes de
nuestro casamiento. Entonces vivíamos en un helado cuchitril. Es
invierno; ella se enfría; empieza a toser y a escupir sangre.
Tenemos tres niños pequeños, y Catalina Ivanovna trabaja de sol
a sol. Friega, lava la ropa, lava a los niños. Está acostumbrada a
la limpieza desde su más tierna infancia... Todo esto con un pecho
delicado, con una predisposición a la tisis. Yo lo siento de veras.
¿Creen que no lo siento? Cuanto más bebo, más sufro. Por eso,
para sentir más, para sufrir más, me entrego a la bebida. Yo bebo
para sufrir más profundamente.
Inclinó la cabeza con un gesto de desesperación.
-Joven -continuó mientras volvía a erguirse-, creo leer en su
semblante la expresión de un dolor. Apenas le he visto entrar, he
tenido esta impresión. Por eso le he dirigido la palabra. Si le
cuento la historia de mi vida no es para divertir a estos ociosos,
que, además, ya la conocen, sino porque deseo que me escuche
un hombre instruido. Sepa usted, pues, que mi esposa se educó
en un pensionado aristocrático provincial, y que el día en que salió
bailó la danza del chal ante el gobernador de la provincia y otras
altas personalidades. Fue premiada con una medalla de oro y un
diploma. La medalla... se vendió hace tiempo. En cuanto al
diploma, mi esposa lo tiene guardado en su baúl. Últimamente se
lo enseñaba a nuestra patrona. Aunque estaba a matar con esta
mujer, lo hacía porque experimentaba la necesidad de
vanagloriarse ante alguien de sus éxitos pasados y de evocar sus
tiempos felices. Yo no se lo censuro, pues lo único que tiene son
estos recuerdos: todo lo demás se ha desvanecido... Sí, es una
dama enérgica, orgullosa, intratable. Se friega ella misma el suelo
y come pan negro, pero no toleraría de nadie la menor falta de
respeto. Aquí tiene usted explicado por qué no consintió las
groserías de Lebeziatnikof; y cuando éste, para vengarse, le pegó
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