Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-Sí, ¿y qué? ¿Por qué té pones así? ¿Qué té ha pasado? preguntó
Rasumikhine levantándose de su asiento.
-No, nada -balbuceó Raskolnikof penosamente, dejando caer la
cabeza en la almohada y volviéndose de nuevo hacia la pared.
Hubo un momento de silencio.
-Debía
de
estar
medio
dormido,
¿verdad?
-preguntó
Rasumikhine, dirigiendo a Zosimof una mirada interrogadora.
El doctor movió negativamente la cabeza.
Bueno -dijo-, continúa. ¿Qué ocurrió después?
-¿Después? Pues ocurrió que, apenas vio los pendientes, se
olvidó de su trabajo y de Mitri, cogió su gorro y corrió a la taberna
de Duchkhine. Éste le dio, como ya sabemos, un rublo, y Mikolai
le mintió diciendo que se había encontrado los pendientes en la
calle. Luego se fue a divertirse. En lo que concierne al crimen,
mantiene sus primeras declaraciones.»-Yo no sabía nada -insiste-,
no supe nada hasta dos días después.
»-¿Y por qué se ocultó?
»-Por miedo.
»-¿Por qué quería ahorcarse?
»-Por temor.
»-¿Temor de qué?
»-De que me condenaran.
»Y esto es todo -terminó Rasumikhine-. ¿Qué conclusiones crees
que han sacado?
-No sé qué decirte. Existe una sospecha, discutible tal vez pero
fundada. No podían dejar en libertad a tu pintor de fachadas.
-¡Pero es que le atribuyen el asesinato! ¡No les cabe la menor
duda!
-Óyeme. No te acalores. Has de convenir que si el día y a la hora
del crimen, unos pendientes que estaban en el arca de la víctima
pasaron a manos de Nicolás, es natural que se le pregunte cómo
se los procuró. Es un detalle importante para la instrucción del
sumario.
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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Comentario [L31]: Mikolai es
diminutivo de Nicolás.