CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 155

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski Me he mudado a este barrio. Hace poco. Oye, ¿te acuerdas de Luisa Ivanovna? -¿He hablado durante mi delirio? -¡Ya lo creo! -¿Y qué decía? -Pues ya lo puedes suponer: esas cosas que dice uno cuando no está en su juicio... Pero no perdamos tiempo. Hablemos de nuestro asunto. Se levantó y cogió su gorra. -¿Qué decía? -¡Mira que eres testarudo! ¿Acaso temes haber revelado algún secreto? Tranquilízate: no has dicho ni una palabra de tu condesa. Has hablado mucho de un bulldog, de pendientes, de cadenas de reloj, de la isla Krestovsky, de un portero... Nikodim Fomitch a Ilia Petrovitch estaban también con frecuencia en tus labios. Además, parecías muy preocupado por una de tus botas, seriamente preocupado. No cesabas de repetir, gimoteando: «Dádmela; la quiero. El mismo Zamiotof empezó a buscarla por todas partes, y no le importó traerte esa porquería con sus manos, blancas, perfumadas y llenas de sortijas. Cuando recibiste esa asquerosa bota te calmaste. La tuviste en tus manos durante veinticuatro horas. No fue posible quitártela. Todavía debe de estar en el revoltijo de tu ropa de cama. También reclamabas unos bajos de pantalón deshilachados. ¡Y en qué tono tan lastimero los pedías! Había que oírte. Hicimos todo lo posible por averiguar de qué bajos se trataba. Pero no hubo medio de entenderte... Y vamos ya a nuestro asunto. Aquí tienes tus treinta y cinco rublos. Tomo diez, y dentro de un par de horas estaré de vuelta y te explicaré lo que he hecho con ellos. He de pasar por casa de Zosimof. Hace rato que debería haber venido, pues son más de las once... Y tú, Nastenka, no te olvides de subir frecuentemente durante mi ausencia, para ver si quiere agua o alguna otra cosa. El caso es StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 154