Sin duda sabe usted..., sí, sí, lo sabe porque se lo conté yo mismo dijo
Svidrigailof, iniciando su relato , que estuve en la cárcel por deudas, una deuda
cuantiosa que me era absolutamente imposible pagar. No quiero entrar en
detalles acerca de mi rescate por Marfa Petrovna. Ya sabe usted cómo puede
trastornar el amor la cabeza a una mujer. Marfa Petrovna era una mujer
honesta y bastante inteligente, aunque de una completa incultura. Esta mujer
celosa y honesta, tras varias escenas llenas de violencia y reproches, cerró
conmigo una especie de contrato que observó escrupulosamente durante todo
el tiempo de nuestra vida conyugal. Ella era mayor que yo. Yo tuve la vileza, y
también la lealtad, de decirle francamente que no podía comprometerme a
guardarle una fidelidad absoluta. Estas palabras le enfurecieron, pero al mismo
tiempo, mi ruda