CRIMEN Y CASTIGO crimen y castigo | Page 159

El semblante de Raskolnikof se alteró profundamente: parecía reflejar una agitación convulsiva. Pulqueria Alejandrovna intervino, visiblemente aturdida: Pero ¿qué dices, Dunia? No te enfades, Rodia, te lo suplico... Bien es verdad que, desde que partimos, no cesé de pensar en la dicha de volver a verte y charlar contigo... Tan feliz me sentía con este pensamiento, que el largo viaje me pareció corto... Pero ¿qué digo? Ahora me siento verdaderamente feliz... Te equivocas, Dunia... Y mi alegría se debe a que te vuelvo a ver, Rodia. Basta, mamá dijo él, molesto por tanta locuacidad, estrechando las manos de su madre, pero sin mirarla . Ya habrá tiempo de charlar y comunicarnos nuestra alegría. Pero al pronunciar estas palabras se turbó y palideció. Se sentía invadido por un frío de muerte al evocar cierta reciente impresión. De nuevo tuvo que confesarse que había dicho una gran mentira, pues sabía muy bien que no solamente no volvería a hablar a su madre ni a su hermana con el corazón en la mano, sino que ya no pronunciaría jamás una sola palabra espontánea ante nadie. La impresión que le produjo esta idea fue tan violenta, que casi perdió la conciencia de las cosas momentáneamente, y se levantó y se dirigió a la puerta sin mirar a nadie. Pero ¿qué te pasa? le dijo Rasumikhine cogiéndole del brazo. Raskolnikof se volvió a sentar y paseó una silenciosa mirada por la habitación. Todos le contemplaban con un gesto de estupor. Pero ¿qué os pasa que estáis tan fúnebres? exclamó de súbito . ¡Decid algo! ¿Vamos a estar mucho tiempo así? ¡Ea, hablad! ¡Charlemos todos! No nos hemos reunido para estar mudos. ¡Vamos, hablemos! ¡Bendito sea Dios! ¡Y yo que creía que no se repetiría el arrebato de ayer! dijo Pulqueria Alejandrovna santiguándose. ¿Qué te ha pasado, Rodia? preguntó Avdotia Romanovna con un gesto de desconfianza. Nada respondió el joven : que me he acordado de una tontería. Y se echó a reír. Si es una tontería, lo celebro dijo Zosimof levantándose . Pues hasta a mí me ha parecido... Bueno, me tengo que marchar. Vendré más tarde... Supongo que le encontraré aquí. Saludó y se fue. Es un hombre excelente dijo Pulqueria Alejandrovna. Sí, un hombre excelente, instruido, perfecto exclamó Raskolnikof precipitadamente y animándose de súbito . No recuerdo dónde lo vi antes de mi enfermedad, pero sin duda lo vi en alguna parte... Y ahí tenéis otro hombre excelente añadió señalando a Rasumikhine . ¿Te ha sido simpático, Dunia? preguntó de pronto. Y se echó a reír sin razón alguna. Mucho respondió Dunia. ¡No seas imbécil! exclamó Rasumikhine poniéndose colorado y levantándose. Pulqueria Alejandrovna sonrió y Raskolnikof soltó la carcajada. Pero ¿adónde vas? Tengo que hacer. Tú no tienes nada que hacer. De modo que te has de quedar. Tú te quieres marchar porque se ha ido Zosimof. Quédate... ¿Qué hora es, a todo esto? ¡Qué preciosidad de reloj, Dunia! ¿Queréis decirme por qué seguís tan callados? El único que habla aquí soy yo.   158