incluso atemorizada al ver fijarse en ella las miradas ardorosas del amigo de su
hermano, y sólo la confianza sin límites que le habían infundido los relatos de
Nastasia acerca de aquel joven le permitía resistir a la tentación de huir
arrastrando con ella a su madre.
Además, comprendía que no podían hacer tal cosa en aquellas circunstancias.
Y, por otra parte, su intranquilidad desapareció al cabo de diez minutos.
Rasumikhine, fuera cual fuere el estado en que se encontrase, se manifestaba
tal cual era desde el primer momento, de modo que quien lo trataba sabía en el
acto a qué atenerse.
De ningún modo deben ustedes ir a ver a la patrona exclamó Rasumikhine
dirigiéndose a Pulqueria Alejandrovna . Lo que usted pretende es un dispara