CRIMEN Y CASTIGO crimen y castigo | Page 128

Marmeladof la reconoció. Un sacerdote pidió con voz ronca. Catalina Ivanovna se fue hacia la ventana, apoyó la frente en el cristal y exclamó, desesperada: ¡Ah, vida tres veces maldita! Un sacerdote repitió el moribundo, tras una breve pausa. ¡Silencio! le dijo Catalina Ivanovna. Él, obediente, se calló. Sus ojos buscaron a su mujer con una expresión tímida y ansiosa. Ella había vuelto junto a él y es