Leer es libertad, por eso “hablar de lectura obligatoria es como hablar de felicidad obligatoria” declara Jorge Luis Borges. A lo largo de los años muchos niños han crecido con la idea de que leer es aburrido, y esto no ha sido siempre su culpa.
Daniel Pennac – famoso escritor- explica, en su famosa novela publicada en 1996 “Como una novela” que algunos adultos (sin tener malas intenciones) le brindan a los niños un concepto erróneo de lo que es la lectura y la hacen ver como un castigo o una obligación.
En una ocasión estaba una madre con su hijo, el niño ya había terminado sus tareas y trabajos, y llevaba ya tres horas frente al televisor jugando videojuegos. La madre le dice que si sigue jugando lo castigará. El niño ignorando a su madre, continuó con su juego, estaba a punto de pasar al nivel cinco, pero de pronto…
La mamá apaga el televisor.
-¡Mamá! ¡Me hiciste perder!- Replico furioso el niño.
La madre también furiosa le contesta.
-Al contrario jovencito, te ayude. Ahora, te dije que si te veía un segundo más con el televisor te castigaba, y tú te lo has buscado. ¡Se me va al rincón a leer!
-Pero, mamá…
-¡Ahora!- Grita la madre más fuerte que nunca.
El niño se va echando rabietas, coge el primer libro que ve de la biblioteca y lo abre.
-Página 48, “La paz se escapó” - Comienza el niño.
-¿La paz? Hablamos de ese tema siempre, es muy aburrido- Se queja
El niño lee el título y ya quiere parar. Sin embargo existe esa tentación (que está en todos) de leerlo, a veces solo para poder decir que lo leyó y no decir mentiras.
-“La paz se escapó, ¿Quién la traerá? Un líder se necesita, pero ¿Quién será?”- El leyó.
La conciencia de este pobre niño entra en conflicto.
-¿Sigo o no sigo?- Se pregunta.
-Igualmente ya leí, y eso era lo que mi mamá quería- Resuelve el niño.
El niño cierra el libro, lo deja en el suelo y se dirige a su habitación para volver a prender la televisión y continuar con el nivel cinco.
Este niño crecerá toda su vida con una enemistad hacia los libros y hacia la lectura, y no lo culpo, pues siempre se la presentaron como un castigo, como un monstruo que desecha la diversión.
Si hay algún adulto dentro de los lectores me gustaría pedirle que nunca permita que la real definición de lectura se perdiera, hay que enseñarles a los niños que la lectura es la diversión hecha palabras. La lectura te ayuda a volar estando quieto, te ayuda a sumergirte en los océanos más grandes del mundo sin mojarte un poco; te ayuda a viajar a las siete maravillas del mundo, tan solo con un leve movimiento de ojos y de manos.
“El verbo, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’” Jorge Luis Borges
Uno no le puede decir a nadie que ¡ame!, o que ¡sueñe!, y mucho menos que ¡lea! porque así se crean las confusiones y los malos entendidos.
Además de los niños y de su falsa concepción de la lectura, algunas personas que afirman que no les gusta leer, justifican su opinión diciendo que nada les llama la atención, o que es difícil, pero leer no es difícil, y lo acabas de corroborar, estás leyendo.
La lectura tiene el poder de hacerte sentir más de una emoción a la vez. Algunas veces te entristece, otras te alegra, te enfada, te frustra, te emociona, te inquieta, algunas veces te dan ganas de cambiar el rumbo de la trama, otras de destrozar el libro, de volar, de cantar, de bailar, de celebrar, de reparar, de abrazar, o de besar. En otras ocasiones se entra en un dilema consigo mismo, tiene dos opciones: seguir leyendo porque la trama te tiene atrapada como víbora a su presa, sin embargo sabes que acabaras el libro muy pronto y uno sencillamente no quiere que se acabe; o leer lentamente para hacer que ese momento celestial de lectura dure una eternidad, sin embargo te mueres de las ganas de saber qué pasa.