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En el salón de clase, hemos visto que al trabajar con este sistema tradicionalista, los estudiantes ven los problemas cuantitativos, como ejercicios en los que simplemente se debe sustituir datos en las ecuaciones que el profesor les ha dicho se deben aprender de memoria y con las cuales pueden llegar a encontrar el resultado correcto al ejercicio propuesto. Desde esta perspectiva, las explicaciones de corte cualitativo son escasas dado que allí el estudiante debe razonar, conceptualizar, construir una explicación a partir de sus propias ideas. De tal manera que el estudiante no tiene la posibilidad de plantear hipótesis ni de experimentar con sus ideas lo que demuestra que la educación tradicional no desarrolla el entendimiento conceptual de las ciencias. Dino Segura (2003) en su artículo la Enseñanza de las Ciencias en Colombia, nos plantea un ejemplo claro sobre ésta temática: supongamos que en la clase de física el profesor está interesado en que los jóvenes aprendan a aplicar las leyes de Newton al resolver problemas de mecánica. El profesor procede a seguir un programa que esta diseñado para que el estudiante al cumplir con ciertos requisitos pueda llegar a usar las leyes sin ningún problema. Se piensa que para que los niños, niñas y jóvenes aprendan mejor deber ejercitarse al solucionar una serie de ejercicios predeterminados. Pero en realidad los estudiantes ¿estarán en capacidad de solucionar un problema de su cotidianidad?, ¿Que es lo que ha aprendido el estudiante? Muy seguramente lo que ha entendido es que saber física es saber utilizar ciertos procedimientos bien definidos, en problemas y ejercicios bien definidos; además ha aprendido que su posición frente al saber y a la escuela debe ser pasiva. Es así como podemos ver que este modelo de enseñanza promociona la enseñanza de las ciencias simplemente como un proceso memorístico repetitivo en donde las teorías son una serie de creencias ya comprobadas y validadas por científicos (Perilla, E. 2007). Es decir, la ciencia se enseña incomprensiblemente como si fuera pseudociencia. Debido a su carácter parcelado la educación tradicional en ciencias y en otras disciplinas se presenta de manera poco relevante para el contexto y los avances científicos que vivimos en nuestros días. Es así como seguimos enseñando física, química, biología y las ciencias sociales como si fueran totalmente diferentes y no se presentara ninguna relación conceptual entre unas y otras. Este tratamiento tradicional supone la utilización de una perspectiva simplificadora de la realidad, en la que cualquier intento de explicación de los procesos de enseñanza aprendizaje conlleva una dispersión de los mismos en diferentes parcelas de estudio, que son competencia, a su vez, de distintos especialistas. Desde allí cada investigador analiza una pequeña parte, manteniéndose alejado del resto de la producción científica que no se corresponde con su interés particular de estudio. (García, J.E. 1988). Pero este problema no solo se presenta cuando se