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Creciendo JUNTOS
cípulos, Jesús nos muestra el “Padrenuestro”; sin embargo, al escudriñarlo
llegamos a un punto que nos molesta;
aunque no lo digamos, tenemos argumentos en silencio. Es que al llegar al
punto de: “y perdónanos nuestros pecados, así como hemos perdonado a
los que pecan contra nosotros”. (Mateo 6:12), nos pone inquietos porque
realmente no sentimos lo que se está
diciendo, algunas personas sinceras dicen que es difícil perdonar a quienes
nos hacen daño. Y es cierto, la naturaleza humana responde tratando de devolver el daño; sin embargo, Cristo Jesús no es así; su sacrificio supremo: encarnación, vida, muerte, resurrección
y ascensión, tuvo entre otros propósitos, el perdón de los pecados del
mundo. Nos perdonó llanamente sin
tomar en cuenta nuestros pecados y lo
expresó claramente: “… «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»”. (Lucas 23:34) Ese perdón se extiende a toda persona que haya hecho
daño al encarnado Hijo de Dios. Ahora
todo cristiano vive en comunión perfecta con Cristo Jesús, Papá y Espíritu
Santo; por lo que el apóstol Pablo nos
exhorta a mostrar a Cristo: “…sean
amables unos con otros, sean de buen
corazón, y perdónense unos a otros,
tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo. Por lo
tanto, imiten a Dios en todo lo que hagan porque ustedes son sus hijos queridos. Vivan una vida llena de amor, siguiendo el ejemplo de Cristo. Él nos
amó y se ofreció a sí mismo como sacrificio por nosotros, como aroma
agradable a Dios”. (Efesios 4:32-5:2)
¿Por qué debemos perdonar? Porque
Dios lo ha hecho primero.
Número 91
Ese día nos reunimos 16 personas, 7
adultos y 9 niños.
El día 9 de octubre prediqué el sermón
titulado: “Cuán bendecido es quien ha
sido perdonado” (Salmos 32:1-2 / Romanos 4:7-8). Cuando en verdad nos
damos cuenta hasta qué punto hemos
sido bendecidos, no entendemos la dimensión de nuestras bendiciones, tal
como lo expresa en apóstol Pablo:
“Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien
nos ha bendecido con toda clase de
bendiciones espirituales en los lugares
celestiales, porque estamos unidos a
Cristo”. (Efesios 1:3) Por amor, Dios
perdonó el pecado desde antes de la
creación; en este hecho es de suma
importancia Jesucristo ya que a través
de Él, ha introducido la naturaleza humana en su naturaleza divina. Esto
trae felicidad al ser humano, aunque
no lo crea, ni lo sepa; por eso el apóstol dice: “«Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubren los pecados. Sí, qué alegría para aquellos a
quienes el Señor les borró el pecado de
su cuenta»”. (Romanos 4:7-8) Así que,
si hemos sido bendecidos de tal manera, de tal manera debemos ser bendición para quienes nos rodean.
Ese día nos reunimos 18 personas, 8
adultos y 10 niños.