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Creciendo JUNTOS en Amor y Fe
Número 86
nuestra vida.
10 de Julio. Somos la luz del mundo,
¿Qué se necesita para ser luz? ¿Qué se
necesita para proyectarla? El Espíritu
Santo es el aceite combustible necesario para arder y alumbrar. Cristo
quiere que seamos luz, hay que avivar
ese fuego; ¿Cómo puede el cristiano
estar dando luz? Una condición para
ser luz es presentarnos en un sacrificio
vivo, morir juntamente con Cristo; el
sacrificio de Cristo es lo que agrada a
Dios, una entrega total. Dios manifiesta a través de nosotros, no solo su
luz, sino un grato olor de Cristo, pues
somos uno con El. Todo lo apartado de
Dios está en oscuridad, y Dios quiere
que ahí seamos luz. Que sea Cristo
quién este iluminando continuamente
17 de Julio. Hoy estudiamos la presentación de David Agreda “Tratar de vivir
por las reglas religiosas es la manera
más segura para vivir derrotados”. Antes de estar casada la Iglesia con Jesús
estuvimos casados con la ley; cuando
Adán y Eva escogieron del árbol del conocimiento del bien y del mal, se casaron con la ley. La vida cristiana no tiene
que ser edificada sobre reglas; Dios en
amor se relaciona con la humanidad a
través de Jesucristo. El legalismo se
basa en lo que hacemos, si haces o no
haces esto serás bendecido o no, y en
la gracia somos bendecidos porque estamos en Cristo. Morimos a la ley mediante Cristo, para ser ahora de Él. La
ley nos condena, no nos justifica, nos
estimula a hacer lo malo; el vivir como
legalista nos provoca frustración y experimentamos sentimientos de inferioridad y auto condena; Jesús es
nuestra justicia, confiemos en Él, nuestro crecimiento espiritual viene por
medio de una relación continua en El.
El amor es la base de nuestra obediencia, sus mandamientos no son gravosos es placentero ser obediente. La ley
dirige a los incrédulos a Cristo, y
cuando el Espíritu Santo viene a morar
en nosotros ya no necesitamos esa ley,
pues Él nos guía ahora. Jesús nunca
nos condena, no tengamos miedo de
la libertad que la gracia nos ofrece.
24 de Julio. En una familia la actitud de
un hermano mayor casi siempre es de
protección hacia los hermanos menores; podemos considerar a nuestro
prójimo como un hermano menor,
¿Qué tanto estamos haciendo por
ellos? ¿Por los que no conocen a Jesús,