Jordi Muñoz y el movimiento de los makers
Jordi Muñoz era un joven de 20 años sin rumbo en la vida, sin carrera, ni ningún
título universitario, Muñoz y su novia iban a tener un hijo no planeado, por el enojo
de sus respectivos padres Muñoz y su novia, Priscila, se fueron a vivir a Estados
Unidos. Priscila tenía la residencia en este país, al contrario de Jordi quien se
quedaba en su casa día tras día esperando los papeles para poder empezar a
trabajar, en su casa no hacía más que cuidar a su hijo y escribir blogs de
computación y robótica.
La exceptiva de vida de Muñoz nunca fue llegar a ser millonario ni cerca de eso, lo
que él nunca espero fue que su pasión por su aeronáutica lo llevaría al éxito.
Jordi Muñoz no fue un buen estudiante en la secundaria, padecía de déficit de
atención por lo que siempre hacia travesuras y lo amonestaba. Jordi comenta que
siempre estaba pensando en aviones, que le gustaba armar y desarmar cosas
todo el tiempo, que incluso sus vecinas traían sus licuadoras para que él se las
arreglara.
Jordi recuerda que desde muy niño inventaba cosas, ya a los 10 años había
ingeniado su primera bomba. Logro terminar la preparatoria y trató de estudiar en
una universidad, sin embargo, sin éxito tuvo que dejar su carrera por el embarazo
de su novia.
Empezó a escribir en blogs y ahí entro a un blog dedicado a los drones con
apenas 14 personas. Muñoz creo una plataforma en donde volaba a un
helicóptero con un control remoto, plataforma que costaba 500 dólares en el
mercado el lo fabrico gracias a sus videojuegos y otros elementos a apenas 30
dólares, los integrantes del blog quedaron fascinados.