16. La mujer pertenecía a la minoria alemana, herida por 18 astillas de granada.- Homicidio de Max Korth. El testigo Charlotte Korth de Bromberg depone bajo juramento: En cuanto a la persona: Me llamo Charlotte Korth, n. Fricke; soy viuda del comerciante Max Korth; tengo 41 años de edad; soy de confesión evangélica, pertenezco a la minoría alemana; resido en Bromberg, la calle Hippelstrasse, 3. En cuanto a la causa: mi marido y antiguo oficial activo del ejército alemán, partici pó en la guerra mundial, pasó seis años como prisionero de guerra en Rusia; tenía 45 a ños de edad.
El domingo, 3 de septiembre por la mañana, mi marido se había escondido en una casa de vivienda frente a la nuestra, porque la policía y los manifestantes pol a c o s l o estaban buscando. Ellos sabían que era oficial del ejército alemán. Mi marido se escondía, después, en aquella misma casa polaca, en el abrigo contra ataques aéreos. El polaco Sionin Janek denunció, a los soldados y a los rebeldes polacos, el refugi o de mi marido. Él les gritó: "¡ Esta alla el szwab!". " Szwab " y el apodo insultante que se da a los alemanes.
De D.° Bayda que vive en nuestra casa oí más la siguiente información: arrastraron a mi marido hasta nuestro terreno y le clavaron la bayoneta en l a fuente izquierda cuando estaba en el suelo. Cuando, después de 20 minutos, aún no estaba muerto, lo mataron a culatazos. En seguida arrastrar el cadáver hasta la calle, donde lo encontré al mediodía del martes. Mi marido tenía una herida penetrante de la anchura de tres dedos, en la fuente izquierda. El cráneo fue aplastado, en el lado izquierdo, por culatazos, de manera que el cerebro se hallaba descubierto. Mi residencia se ha dañado de una manera tal que todavía no puedo volver allí.
El viernes 1 de septiembre, yo fui con mis dos hijos a casa de mis padres, porque mi padre había sufrido un ataque parestesico. Mis padres murieron en la calle Berliner Strasse, 20, en Bromberg. El domingo 3 de septiembre, los polacos entraron también en aquella casa.
Eran un teniente polaco, cinco soldados y tres rebeldes. Golpear on la puerta, y, yendo a abrir, me preguntaron: "¿ Dónde está el que disparo de aquí?". Respondí: " Además de mi viejo padre, no hay hombre aquí en casa, las demás personas son mujeres ".
En las cinco mujeres, fuimos conducidos al pateo, siendo, además de mí, Frieda Froehlich, criada; Liwia Cresoli; pensionada; madre e hija Karowski. También estaban, en el patio, dos parientes polacos de Karowski. En presencia de un oficial, tuvimos que unirnos en un grupo. Un revoltoso sacó el revolver. Pero un soldado polaco lo detuvo, diciendo: "¡ No, una granada de mano!". Corrí a la casa y, saltando por la ventana, hacia la calle, buscando refugiarme en la casa del panadero Kunkel. La mujer de él me recibió, sin embargo, con estas palabras: " Bien hecho a esta maldita niemc e( alemana)!".
Corrí la calle abajo, perseguida por los tiros de los soldados. Fui herida, de a trá s, en la cadera izquierda.- La bala aún no ha sido sacada.- Me dejo. Vio un revoltoso, y,