Dado lo anterior, lo primero que hay que tomar en cuenta es la claridad y definición
de la personalidad que ha mostrado en el mercado. Es de allí donde parte el desa-
rrollo de la estrategia, que la empresa decida
conscientemente qué es lo que quiere pro-
yectar –como imagen corporativa- en la men-
e de sus clientes actuales, potenciales y de
a sociedad en su conjunto.
Porque una cosa es la percepción de un pro-
ducto y otra la percepción de la firma que
produce ese producto.
Se puede dar el caso, y los hay, de productos
con buena imagen pero pésima imagen cor-
porativa, ya sea por la empresa misma o por
a imagen de sus directivos o dueños, o inclu-
sive de las figuras públicas que los apoyan o anuncian. O quizá al revés, buena ima-
gen corporativa produciendo
ag.
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“Solo a través de la planificación es-
tratégica de su imagen puede la em-
presa esperar, con una probabilidad
no desdeñable, ser percibida por sus
diferentes públicos como a ella le in-
teresa (…)” (Sanz de la Tajada, 1994).