Café es también mi
piel, prieta como el
chocolate.
Cafés son mis muebles y
mi guitarra, de madera
cálida y senil.
Café en tus ojos, profundos cráteres de un
llano lizo y corvo en el
que me perdí.
Así, concluyendo con el
café mas áspero de mi
vida, termina esta devoción.