CAPÍTULO
1
LA NATURALIDAD DE LO SUBLIME
De pequeña tenía problemas para dormir sola, porque en el
fondo sabía que no estaba sola en mi habitación. Recuerdo pedirle
a mi niñera o a mi madre que se acostasen a mi lado hasta
que me durmiera. Y así lo hacían. Si no las veía a mi lado, las
volvía a llamar una y otra vez hasta que finalmente me quedaba
dormida. Por las noches, venían a visitarme unas luces de colores
con unas tonalidades e intensidades que jamás había visto en
esta dimensión. Luces de color rojo y azul que, a su vez, creaban
mezclas de colores majestuosos. Se manifestaban en forma de
puntos y esos puntos a su vez formaban figuras. Las figuras solían
ser cascadas de ríos, montañas, hasta dibujaban el mismo
firmamento. Siempre en constante movimiento y titilando,
eran como millones de luces; parecían estrellas caídas del cielo
muy diminutas y brillantes. Iban y venían hacia mí, revoloteaban
como si estuviesen vivas. A estas luces les tenía miedo.
Por el día veía sombras y sentía cómo se me acercaba algo o
alguien que no veía, pero lo sentía. En una ocasión, sentí cómo
me rodeaban en un círculo y me puse a llorar llamando a mi