Comunion Revista Comunion nº 42 | Page 12

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“San Juan Bautista de la Concepción, Algunas penas que afligen al justo en el camino de la perfección. Edición crítica y estudio introductorio: cruz y dirección espiritual en el camino de la perfección”. Nunca he podido hacer las correcciones que los censores pidieron ni publicarla. Mientras estudiaba en la Gregoriana fui nombrado miembro de la Comisión General de Espiritualidad, con el encargo de trabajar junto con el P. Juan Pujana para llevar a cabo la edición crítica de las obras de nuestro Reformador. Como todos saben, tales obras han sido publicadas por la prestigiosísima editorial BAC en cuatro volúmenes. Yo no pude trabajar en la preparación del último por no poder compaginar este trabajo con otro que me había encomendado la Orden. En efecto, en el Capítulo general de 1995 fui elegido como Secretario general de la Orden, servicio para el que fui reelegido en el Capítulo de 2001.

Terminado mi servicio como Secretario general, en el año 2007 fui enviado por el P. Provincial a nuestra casa de Madrid, trabajando ministerialmente como capellán de un hospital llamado Gregorio Marañón. Dos años después, en el Capítulo provincial celebrado en 2009 fui elegido Ministro provincial de la Provincia de la Inmaculada Concepción (España Norte). Y en este servicio estoy actualmente.

Al volver la vista atrás, solo tengo palabras de gratitud para cuantos me acompañaron y guiaron en este camino: mis amadísimos padres y hermanos, los formadores y profesores en el seminario... Dios sabrá pagarles a todos como merecen. Y, claro, doy gracias al Señor que, no obstante mi miseria, me quiso llamar... Y es que, por más vueltas que se le dé: “vosotros no me elegisteis a mí; más bien, yo os elegí a vosotros” (Jn 15,16). Pero al ver lo poco que he sabido responderle no puedo decir otra cosa que: Miserere mei, Deus, secundum misericordiam tuam (Ps 50, 3). Y no obstante, le digo con renovada ilusión al Señor: “Tú conoces todas las cosas. Tú sabes que te amo” (Jn 21,17). Y con María: “Aquí está tu esclavo. Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). (Jn 15,16). Pero al ver lo poco que he sabido responderle no puedo decir otra cosa que: Miserere mei, Deus, secundum misericordiam tuam (Ps 50, 3). Y no obstante, le digo con renovada ilusión al Señor: “Tú conoces todas las cosas. Tú sabes que te amo” (Jn 21,17). Y con María: “Aquí está tu esclavo. Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).

PP. Arsenio y Jerzy Kepinski

PP. Arsenio y Thierry Knecht

P. Arsenio en el Vaticano