Comunion Revista Comunion nº 13 - 2012 | Page 6

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Con inmensa alegría, el Monasterio Trinitario de Laredo celebrará el próximo 1 de mayo las Bodas de Diamante de consagración a Dios Trinidad de la madre Concha Arribas Jimeno, “Madre Conchita”, como es conocida. La celebración eucarística tendrá lugar en la Iglesia del Monasterio a las 17.00, presidida por D. Romualdo Fernández Martínez, párroco. Posteriormente, se ofrecerá el famoso Vino Trinitatis de la casa.

La Madre Conchita ingresó al monasterio el 11 de abril de 1947, empezando el noviciado el 17 de octubre del mismo año, vistiendo la cruz calzada. En 1948 emitiría la profesión temporal y el 17 de octubre de 1951 la profesión solemne. El 2 de mayo de 1973 celebró con alegría las Bodas de Plata, el 2 de mayo de 1998 las Bodas de Oro y ahora, 1 de mayo de 2012, las de Diamante.

Madre Conchita, le conceda Dios muchos años de buen humor y hacer para seguir consagrándose a su Voluntad.

Bodas de

Diamante de la Madre

Conchita, Monja de Laredo (España)

Testimonio de la

Madre Conchita

Han pasado más de 60 años. Era por el año 1947, el 11 de abril, cuando decidí ser religiosa contemplativa. Al principio tuve que mentalizarme: creía que vivía en la edad de piedra, por la miseria que reinaba en el convento, la manera de vestir, los hábitos de estameña, los delantales de saco y las albarcas; los cubiertos eran de madera, y las morteras sustituían a los platos; la comida era a base de titos y patatas, porque la fruta se vendía para hacer frente a las vicisitudes que se presentaban. Luz eléctrica sólo había en el coro, comedor y sala de labores; en el resto de la casa nos alumbrábamos con los cabos de las velas que sobraban de la iglesia. También teníamos una vaca, que de puro seca que estaba... ¡sólo daba leche en polvo!

El rezo en el coro era lo esencial, con el facistol, el paño del color litúrgico, los ciriales portados por las novicias; los días festivos eran más ceremoniosos, con el canto de la Calenda y el incensario, y el canto gregoriano. También dedicábamos un espacio para el silencio y la contemplación, que son el escenario indispensable para situar los interrogantes que la mente plantea.

En la vida religiosa se renuncia a muchas cosas, pero te encuentras que el Amor es una fuente incoercible que siempre tiene un receptáculo donde caer. Los hijos del espíritu valen más que los hijos de la carne. Nuestro carisma es la redención de cautivos. Abrazamos a los hombres de los cinco continentes, sean de la raza que fueren, se llamen de una manera u otra, ortodoxos, anglicanos, protestantes, judíos, budistas, animistas..., ¡e incluso de Plutón! Todos somos hijos de Dios, y por tanto hermanos.