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Il 18 febbraio è una data rilevante nella storia della fondazione trinitaria in Gabon. Infatti, nel 1999 fuggendo dalla guerra in Congo-Brazzaville, i religiosi trinitari della Provincia d’Italia Sud, si sono rifuggiati nel paese vicino, il Gabon, dove avevano deciso di aprire una nuova realtà. Tre anni dopo, nel 2002, ricevono il dono della prima vocazione autoctona: Fra Albano EBE ZOGO.
Per dieci anni, Fra Albano, ha seguito la formazione in Congo, Gabon e Italia. Oggi tutto il Gabon, la Provincia e l’Ordine accolgono con gioia l’annuncio della sua ordinazione, poiché Fra Albano è il primo religioso e sacerdote gabonese trinitario.
In attesa della sua ordinazione, che averrà il 18 febbraio, Fra Albano vive nella comunità di Brazzaville con altri religiosi e giovani in formazione, condividendo con quest’ultimi la sua esperienza di questi anni trascorsi, soprattutto in riferimento alla sua frequenza del corso di abilitazione come formatore presso l’Università Gregoriana.
Attualmente è impegnato nell’accoglienza delle vocazioni, nella formazione dei postulanti, dell’assistenza ai laici trinitari e all’accopagnamento delle persone disabili. Studia anche psicologia all’Università Marien Ngouabi. Con le suore trinitarie di Valence in Gabon, lavora a distanza per attrarre nuove vocazioni giovanili.
Oltre Fra Albano, la Provincia ringrazia Dio per il dono di altre cinque gabonesi: Fra Léon (che frequenta il terzo anno di teologia in Madagascar); e Benjamin,
Brice e Blanchard (che frequantano il terzo anno di filosofia in Gabon) e Fredy (aspirante in Congo).
Vogliamo ringraziare P. Nicola Rocca, Ministro Provinciale, per gli sforzi compiuti per mantenere, sviluppare e far crescere le vocazioni in Africa. Incoraggiamo la sua speranza per l’Ordine in Africa, con lui tutta la Provincia e l’Ordine intero.
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Ordinazione sacerdotale in Gabon
Fra. Albano con P. Luca Volpe, della Comunità di Cori e Fra. Ken, del Congo, che presto sarà ordinato sacerdote.
Debido a la distancia entre Barranquilla y Bogotá (cerca de 1000 Km.), antes de ingresar a la comunidad, visitaba dos veces al año la casa de Bogotá con motivo de las convivencias vocacionales, en ellas fui conociendo a quienes en un futuro se convertirían en mis hermanos, de los cuales aún se encuetran Fernando y Aquileo.
Antes de entrar a la Orden, tenía que tomar desiciones importantes: ¿Qué le diré a mi familia? ¿Cómo lo tomará mi novia? ¿Qué dirán mis amigos? No fue fácil, mi familia no se lo creía, especialmente mi madre quien esperaba otra cosa de mi, soporté palabras duras, desprecio de algunos amigos e incluso humillaciones, pero yo ya estaba resuelto. Para mi sorpresa la persona que más me ayudó a dar el paso, fue precisamente mi novia, de quien menos lo esperaba; ella me dijo: “Si hubiese sido por otra mujer estaría dispuesta a luchar, pero te has metido con alquien que me supera”.
Ingresé al postulandado en Bogotá el 18 de enero de 2005, las infinidades de experiencias vividas en él me animaron a continuar adelante, descubrí un rostro de Dios que no conocía, el rostro del hermano, del otro, diferente a ti pero contigo y unidos en un mismo ideal.
Heme aquí, han pasado 7 años. Los recuerdos vienen y van, quisiera compartirles tantas cosas, pero de seguro los aburriría. Solo quiero decirles como se dice en mi tierra AMO ESTA VAINA, amo lo que hago y vivo en mi Orden, cada día me enamoro más de mi Dios y disfruto de mis hermanos e intento que mis hermanos disfruten de mi. Estoy convencido de que esto es lo más importante, después... ah si... después, vienen los cautivos, los pobres, las cárceles, los perseguidos, pero solo después, porque aquello que bebo de la fuente de la casa de la Santa Trinidad, me anima y me lanza a vivir la aventura de redimir a éstos.
Debido a la distancia entre Barranquilla y Bogotá (cerca de 1000 Km.), antes de ingresar a la comunidad, visitaba dos veces al año la casa de Bogotá con motivo de las convivencias vocacionales, en ellas fui conociendo a quienes en un futuro se convertirían en mis hermanos, de los cuales aún se encuetran Fernando y Aquileo.
Antes de entrar a la Orden, tenía que tomar desiciones importantes: ¿Qué le diré a mi familia? ¿Cómo lo tomará mi novia? ¿Qué dirán mis amigos? No fue fácil, mi familia no se lo creía, especialmente mi madre quien esperaba otra cosa de mi, soporté palabras duras, desprecio de algunos amigos e incluso humillaciones, pero yo ya estaba resuelto. Para mi sorpresa la persona que más me ayudó a dar el paso, fue precisamente mi novia, de quien menos lo esperaba; ella me dijo: “Si hubiese sido por otra mujer estaría dispuesta a luchar, pero te has metido con alquien que me supera”.
Ingresé al postulandado en Bogotá el 18 de enero de 2005, las infinidades de experiencias vividas en él me animaron a continuar adelante, descubrí un rostro de Dios que no conocía, el rostro del hermano, del otro, diferente a ti pero contigo y unidos en un mismo ideal.
Heme aquí, han pasado 7 años. Los recuerdos vienen y van, quisiera compartirles tantas cosas, pero de seguro los aburriría. Solo quiero decirles como se dice en mi tierra AMO ESTA VAINA, amo lo que hago y vivo en mi Orden, cada día me enamoro más de mi Dios y disfruto de mis hermanos e intento que mis hermanos disfruten de mi. Estoy convencido de que esto es lo más importante, después... ah si... después, vienen los cautivos, los pobres, las cárceles, los perseguidos, pero solo después, porque aquello que bebo de la fuente de la casa de la Santa Trinidad, me anima y me lanza a vivir la aventura de redimir a éstos.
Debido a la distancia entre Barranquilla y Bogotá (cerca de 1000 Km.), antes de ingresar a la comunidad, visitaba dos veces al año la casa de Bogotá con motivo de las convivencias vocacionales, en ellas fui conociendo a quienes en un futuro se convertirían en mis hermanos, de los cuales aún se encuetran Fernando y Aquileo.
Antes de entrar a la Orden, tenía que tomar desiciones importantes: ¿Qué le diré a mi familia? ¿Cómo lo tomará mi novia? ¿Qué dirán mis amigos? No fue fácil, mi familia no se lo creía, especialmente mi madre quien esperaba otra cosa de mi, soporté palabras duras, desprecio de algunos amigos e incluso humillaciones, pero yo ya estaba resuelto. Para mi sorpresa la persona que más me ayudó a dar el paso, fue precisamente mi novia, de quien menos lo esperaba; ella me dijo: “Si hubiese sido por otra mujer estaría dispuesta a luchar, pero te has metido con alquien que me supera”.
Ingresé al postulandado en Bogotá el 18 de enero de 2005, las infinidades de experiencias vividas en él me animaron a continuar adelante, descubrí un rostro de Dios que no conocía, el rostro del hermano, del otro, diferente a ti pero contigo y unidos en un mismo ideal.
Heme aquí, han pasado 7 años. Los recuerdos vienen y van, quisiera compartirles tantas cosas, pero de seguro los aburriría. Solo quiero decirles como se dice en mi tierra AMO ESTA VAINA, amo lo que hago y vivo en mi Orden, cada día me enamoro más de mi Dios y disfruto de mis hermanos e intento que mis hermanos disfruten de mi. Estoy convencido de que esto es lo más importante, después... ah si... después, vienen los cautivos, los pobres, las cárceles, los perseguidos, pero solo después, porque aquello que bebo de la fuente de la casa de la Santa Trinidad, me anima y me lanza a vivir la aventura de redimir a éstos.
Debido a la distancia entre Barranquilla y Bogotá (cerca de 1000 Km.), antes de ingresar a la comunidad, visitaba dos veces al año la casa de Bogotá con motivo de las convivencias vocacionales, en ellas fui conociendo a quienes en un futuro se convertirían en mis hermanos, de los cuales aún se encuetran Fernando y Aquileo.
Antes de entrar a la Orden, tenía que tomar desiciones importantes: ¿Qué le diré a mi familia? ¿Cómo lo tomará mi novia? ¿Qué dirán mis amigos? No fue fácil, mi familia no se lo creía, especialmente mi madre quien esperaba otra cosa de mi, soporté palabras duras, desprecio de algunos amigos e incluso humillaciones, pero yo ya estaba resuelto. Para mi sorpresa la persona que más me ayudó a dar el paso, fue precisamente mi novia, de quien menos lo esperaba; ella me dijo: “Si hubiese sido por otra mujer estaría dispuesta a luchar, pero te has metido con alquien que me supera”.
Ingresé al postulandado en Bogotá el 18 de enero de 2005, las infinidades de experiencias vividas en él me animaron a continuar adelante, descubrí un rostro de Dios que no conocía, el rostro del hermano, del otro, diferente a ti pero contigo y unidos en un mismo ideal.
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