Comunion Revista Comunion nº 25 - 2012 | Page 5

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natural de Eguileta, de 18, ambos labradores, habían contraído matrimonio a primeros de 1899 en el templo parroquial de Trokóniz. Cuando mamá Brígida murió a la edad de 44 años, en marzo de 1924, éstos eran los cinco hijos que sobrevivían: Martín, el mayor, de 20 años de edad –había nacido el 1 de julio de 1903–, Alejandro de 17 –nacido el 11 de febrero de 1907–, Bernardo de 10 –habiendo nacido el 20 de agosto de 1913–, María Santos de 5 –nacida el 31 de octubre de 1918– y Pepe con 1 año y 7 meses.

Por tanto, nuestro Pepe no gozó apenas de los cuidados maternos. Pero en su niñez no le faltó una segunda madre. En efecto, su hermano mayor, Martín, una vez terminada la “mili”, el año 1925 (a la edad de 22 años) se casó con la joven Antonia Ibáñez de Zuazo y Martínez de Ibárreta (19 años), natural de Argandoña. De este modo los esposos Martín y Antonia tomaron las riendas de la casa, haciéndose cargo en particular de Pepe (dos años) y de sus hermanos. Tuvieron cuatro hijos, a saber, en este orden: María Ramos, Serafín, Saturnino y Josefina. Entre Pepe y su sobrina María Ramos había (hay) sólo una diferencia de cinco años, por lo que la relación que se instauró entre ellos fue más bien propia de hermanos. Cumple decir una palabra de Serafín, que murió joven (con 20 años de edad) y en olor de santidad por su inalterable alegría y servicialidad y, sobre todo, por las virtudes demostradas durante su última enfermedad (sarcoma a la cadera). El sacerdote don Carlos Abaitua, residente en Vitoria y que atendía pastoralmente a los muchachos de la Llanada, quiso relatar para estímulo de los

demás jóvenes el testimonio de Serafín publicando un folleto intitulado En un rincón de la Llanada. Decir también que Saturnino es sacerdote de la diócesis de Vitoria.

Se trataba de una familia rural modesta, arrendataria de varias fincas, con los recursos agrícolas y ganaderos del momento. Vendían parte de las patatas que cosechaban y también remolacha azucarera. De notar especialmente la religiosidad que se respiraba en el hogar. Por ejemplo, se rezaba diariamente en común el santo rosario, excepto en los meses de mayo y octubre, en que se acudía a rezarlo en el templo. Era habitual el rezo del Ángelus al mediodía y al atardecer. El padre de Pepe murió el 26 de junio de 1962 con 88 años de edad. En la década de los 70 del siglo pasado fallecieron, en Vitoria, dos de sus tres hermanos varones: Alejandro, el 27 de septiembre de 1974, a los 67 años de edad, y Bernardo, el 2 de octubre de 1975, con 62 años de vida. El otro, Martín, el más longevo (95 años), terminó sus días, también en Vitoria, el 29 de marzo de 1999. Su esposa, Antonia, había terminado sus días el 11 de septiembre de 1976. Vive todavía la hermana, María Santos, célibe, con sus 91 años cumplidos.

Nuestro Pepe comenzó a ir a la escuela a la edad de 4-5 años. Cuando ya se pensó en ingresarlo en el seminario trinitario de Algorta, su padre lo confió, como preparación inmediata, a algunas clases particulares del párroco, don Victoriano Álvarez de Arcaya. Algún tiempo antes había salido milagrosamente ileso de un terrible accidente: en el momento en que, subido al carro de bueyes, se dirigía a la