AVANCES DE INVESTIGACION
diariamente personas de distintos lugares de la ciudad y de diferentes estratos sociales, edades, ocupaciones, géneros, entre otros indicadores, en busca de satisfacer el paladar en función del momento del día. Hombres y mujeres con atuendo ejecutivo o de oficina comiendo en solitario durante el descanso del almuerzo; obreros, técnicos mecánicos o estudiantes de varios niveles de educación acudiendo en grupo al terminar sus actividades; madres y padres con sus hijos, o incluso personas de la tercera edad disfrutando de los platillos callejeros en un momento familiar. Son muchos los grupos sociales que tienen representación en este ritual urbano.
De igual manera, existen otras categorías de individuos más o menos periféricos que si bien no interceden directamente en el ritual alimentario, influyen en su lógica social, como lo son, los parqueros, que ayudan a estacionar a los comensales que acuden en carros, y los mendigos y“ recogelatas”, que ocasionalmente interactúan con los comensales y trabajadores de los puestos a fin de conseguir un poco de dinero o comida. Adicionalmente, hay otro grupo de actores sociales un tanto más lejanos a la dinámica cotidiana, pero que eventualmente tienden a incorporarse al contexto, como los“ técnicos”, conformado por contadores, albañiles, electricistas y proveedores de los puestos, así como trabajadores del aseo urbano, entre otros.
En relación a esto, la afluencia y los grupos que la concurren fluctúan en función de los días y las horas. Y es que la temporalidad en la Calle del Hambre de Baruta resulta factor fundamental para el desarrollo su dinámica socio-alimentaria. La dinámica temporal de esta inicia a las 8 de la mañana, cuando cada puesto abre sus puertas para optimizar y preparar todos los espacios, instrumentos e insumos para el horario de atención al público, el cual se extiende desde el mediodía hasta pasada la medianoche, dependiendo del día o la fecha. En este sentido, un patrón más o menos homogéneo se percibe de lunes a jueves, con afluencia moderada durante la tarde y principio de la noche, pero con momentos de mayor concurrencia al mediodía y pasadas las 7:30 de la noche. Por el contrario, los días feriados, las quincenas y especialmente los fines de semana, comenzando los viernes en la noche y finalizando los lunes en la madrugada, la calle del hambre sufre una transformación radical en el uso que les confieren sus usuarios, sirviendo como epicentro de gran concurrencia de comidas en familia o entre amigos a toda hora, muy marcada por la presencia de niños durante el día y la temprana noche, y por grupos de adultos animados y festivos desde dicho horario y hasta la madrugada.
Fotos del Autor
Por su parte, la oferta gastronómica de la calle del hambre, tan valorada por sus comensales, varía entre una gama de platillos de cierta manera estandarizados, aunque con la particularidad de que cada local modifica e innova cada uno a través de técnicas de transformación, condimentación y combinación de ingredientes propias que genera que cada puesto posea una variante particular de cada producto a través del sabor y sus formas( García, 2011). Dentro de la variabilidad intrínseca en el menú de cada local, la oferta general se centra en perros calientes de varios tipos, hamburguesas con diferentes rellenos de carnes y pepitos de similar tipología. Todos estos productos van acompañados y aderezados con vegetales estándar como cebolla, repollo, papas fritas procesadas, queso rallado y salsas industriales o caseras. De igual forma, las parrillas forman un elemento importante dentro de la calle del hambre, ya que son altamente demandadas a toda hora, probablemente por la cantidad de proteínas y energía, además del valor social adscrito a la carne( Apfeldorfer, en Maury, 2010).
Finalmente, la organización estructural del hecho alimentario en la Calle del Hambre de Baruta se condensa en el desarrollo del ritual alimentario propiamente dicho, constituido de la siguiente manera: los comensales arriban a pie, transporte público o automóvil particular, el cual tienen oportunidad de aparcar frente a los locales. Realizan enseguida un rápido“ vitrineo” a lo largo de los locales en busca de llamativos platillos y de buenos precios. Al interesarse en algún menú en particular los individuos atraviesan un momento de decisión, período liminal en el que se acuerda lo que se quiere comprar y se reúne el dinero total para ello. Luego se sucede el momento de la compra, en el que los clientes le anuncian su pedido al cajero de turno y deciden la forma de pago, bien sea en efectivo o con tarjeta de débito, y este les entrega el ticket de compra.
Luego de esto, el comensal se mueve hacia la zona del mostrador de la cocina y allí transcurre un tiempo más
169