COMO AGUA PARA CHOCOLATE | Page 78

Como agua para chocolate Laura Esquivel momentos tan felices que había pasado a su lado, le aconsejó que no dejara de luchar por Pedro y antes de despedirse le dio una receta que las soldaderas usaban para no embarazarse: después de cada relación íntima se hacían un lavado con agua hervida y unas gotas de vinagre. Juan se acercó a ellas e interrumpió la conversación, para informarle a Gertrudis que era hora de partir. Juan le dio un fuerte abrazo a Tita y le envió a Pedro, por su conducto, los mejores deseos para su restablecimiento. Tita y Gertrudis se abrazaron emocionadas. Gertrudis subió a su caballo y se fue. No iba cabalgando sola, llevaba a su lado, en la alforja, su niñez encerrada en un frasco de torrejas de natas. Tita los vio irse con lágrimas en los ojos. Chencha también, pero al contrario de las de Tita las de ella eran de felicidad. ¡Por fin podría descansar! Cuando Tita iba a entrar nuevamente a la casa escuchó un grito de Chencha: -¡No puede ser! Ya vienen de regreso. Efectivamente, tal parecía que alguien de la tropa regresaba al rancho, pero no podían ver bien de quién se trataba por la polvareda que los caballos habían levantado en su retirada. Forzando la vista, con gusto reconocieron que se trataba de la carretela de John. Ya estaba de regreso. Al verlo, Tita se sintió completamente confundida. No sabía qué iba a hacer ni qué le iba a decir. Por una parte le daba un gusto enorme verlo pero, por otra, se sentía muy mal, de tener que cancelar su compromiso matrimonial con él. John llegó hasta ella con un gran ramo de flores. La abrazó emocionado y al besarla se dio cuenta de que algo había cambiado dentro de Tita. Continuará... Siguiente receta: Frijoles gordos con chile a la Tezcucana 78