COMO AGUA PARA CHOCOLATE | Page 74

Como agua para chocolate Laura Esquivel -Pues yo creo que es conveniente antes de que la tome que sepa que para mí, tener un hijo con usted es la mayor dicha que podría alcanzar, y para gozarla como se debe me gustaría que nos fuésemos muy lejos de aquí. -No podemos pensar sólo en nosotros, también existen en el mundo Rosaura y Esperanza, ¿qué va a pasar con ellas? Pedro no pudo responder. No había pensado en ellas hasta ahora, y la verdad no deseaba lastimarlas ni dejar de ver a su pequeña hija. Tenía que haber una solución benéfica para todos. Él tendría que encontrarla. Al menos de una cosa estaba seguro, Tita ya no se iría del rancho con John Brown. Un ruido a sus espaldas los alarmó. Alguien caminaba tras ellos, Pedro de inmediato soltó el brazo de Tita y giró disimuladamente la cabeza para ver de quién se trataba. Era el Pulque, que harto de escuchar los gritos de Gertrudis en la cocina buscaba un mejor lugar donde dormir. De cualquier manera decidieron posponer su conversación para otro momento. Había demasiada gente por toda la casa y era riesgoso hablar de estas cosas tan privadas. En la cocina, Gertrudis no lograba que el sargento Treviño dejara el almíbar como ella deseaba, por más órdenes que le daba. Estaba arrepentida de haber confiado en Treviño para tan importante misión, pero como Gertrudis preguntó a un grupo de rebeldes que quién sabía cuánto era una libra y él rápidamente respondió que una libra correspondía a 460 gramos y un cuartillo a un cuarto de litro, ella creyó que sabia mucho de cocina, y no era así. La verdad, era la primera vez que Treviño le fallaba en algo que ella le encomendara. Recordaba una ocasión en que habla tenido que descubrir a un espía que se habla infiltrado en la tropa. Una soldadera, que era su amante, se había enterado de sus actividades y entonces él la había balaceado despiadadamente antes de que lo denunciara. Gertrudis regresaba de darse un baño en el río y la encontró agonizando. La soldadera le alcanzó a dar una clave para identificarlo. El traidor tenía un lunar rojo en forma de araña en la entrepierna. Gertrudis no podía ponerse a revisar a todos los hombres, pues además de prestarse a malas interpretaciones, el traidor podría sospechar y huir antes de que lo encontraran. Entonces encargó la misión a Treviño. Tampoco para él era una misión fácil. Lo que podrían pensar de su persona era peor de lo que pensarían de Gertrudis si se ponía a husmear en las entrepiernas de todos los hombres de la tropa. Treviño, entonces, esperó pacientemente hasta llegar a Saltillo. Inmediatamente después de que entraron en la ciudad se dio a la tarea de recorrer cuanto burdel existía y conquistar a todas las prostitutas de cada lugar valiéndose de no sé cuántas artes. Pero la principal era que Treviño las trataba como damas, las hacía sentirse como reinas. Era con ellas muy educado y galante, mientras les hacía el amor les recitaba versos y poemas. No había una que no cayera en sus redes y no estuviera dispuesta a trabajar para la causa revolucionaria. De esta manera, no se tardó más de tres días en dar con el traidor y ponerle una trampa en complicidad con sus amigas las putas. El traidor entró a un cuarto del lenocinio con una rubia oxigenada llamada «La Ronca». Tras la puerta lo esperaba Treviño. Éste de una patada cerró la puerta y haciendo gala de una violencia nunca vista mató a golpes al traidor. Ya sin vida le cortó los testículos con un cuchillo. Cuando Gertrudis le preguntó por qué lo habla matado con tanta saña y no simplemente de un balazo, él respondió que había sido un acto de venganza. Hacía tiempo un hombre que tenía en la entrepierna un lunar rojo en forma de araña había violado a su madre y a su hermana. Esta última se lo había confesado antes de morir. De esta manera quedaba lavado el honor de su familia. Ése fue el único gesto salvaje que Treviño tuvo en la vida, de ahí en fuera era la persona más fina y elegante hasta para matar. Siempre lo hizo con gran pundonor. A partir de la captura del espía, a Treviño le quedó la fama de mujeriego 74