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Estoy segura de que eso no se debe a carencias intelectuales o de sensibilidad”. (Bonett, 2015, pág. 1)

Esta situación va ligada a la falta de lectura y a la incorrecta forma de abordar un escrito.

Generalmente cuando se va a crear un texto, no se tiene en cuenta el proceso adecuado para que éste no resulte agotador (planeación, redacción, revisión y entrega) sino que pasa lo que en un artículo de la Revista Semana aseguran: “la gente no lee cuidadosamente lo que escribe, no piensa en la necesidad de revisarlo. Dejan el texto tal cual se escribió en su primera versión y todo acaba ahí”.

Esta realidad se ve reflejada en la permanente repetición de errores ortográficos y en la poca necesidad de corregirlos.

en material publicitario y hasta en los medios de comunicación. Y ¿por qué se da esta situación?

La poeta colombiana Piedad Bonett lo atribuye a que “lo fundamental está ausente: la pasión por lo que hacen, el gusto por el lenguaje, una mínima destreza narrativa, y sobre todo la conciencia de que la literatura entraña sentido y que tiene poder político y simbólico. Se escribe como se piensa y aquí lo que encontramos es un pensamiento pobre.

La mala ortografía,

sí importa

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Por Liz Katherine Correa Bautista. Profesional Adscrita a Éxito Estudiantil.

areciera que es muy

fácil recordar algunas normas ortográficas que nos enseñaron en el colegio: los nombres propios van en mayúscula, hay dos signos de admiración y de interrogación (uno que abre y otro que cierra), después de terminar la oración hay que ubicar el punto; todas las palabras esdrújulas se tildan; etc.

Sin embargo, cada vez es más común encontrar errores básicos de escritura en redes sociales, en trabajos escritos,

Tomado de: https://goo.gl/mZxcyb