De la inmediatez y otros pecados capitales
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Por Paula Andrea Muñoz Rojas . Profesional adscrita a Desarrollo Estudiantil campus Bucaramanga.
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xclavitud. Sí, esa es la que estamos viviendo hoy en día, la de la libertad de expresión sin tildes, sin comas, sin puntos. La de errores llenos de horrores. Puede que terminemos tan esclavizados al corrector ortográfico de nuestro smartphone, que el día que no lo activemos o no lo usemos, cometamos errores de tal tamaño solo por el afán.
¿Qué estaría pensando el o la periodista encargada de la sección cultural del periódico El País de España, que envió sin releer su artículo “Doce años de exclavitud”? Puede ser que en el afán de entregar haya olvidado revisar, releer, compartirlo con un colega.
Lo que sí es seguro es que el editor del periódico estaba de vacaciones, y por publicaciones como esta, le haya costado hasta el puesto. Sin embargo, si le pasa a periodistas experimentados que conviven con las letras desde que se levantan hasta que se acuestan, ¿qué será de los miles y millones de personas que comparten sus opiniones deliberadamente en redes sociales y cualquier otro tipo de plataformas digitales, aplicaciones y demás?
Figura 1 El periódico El País de España, diario de referencia a nivel mundial, publicó en su portada del 27 de abril de 2014 la palabra ‘esclavitud’ mal escrita dentro de uno de los sumarios de sección.
que se acuestan, ¿qué será de los miles y millones de personas que comparten sus opiniones deliberadamente en redes sociales y cualquier otro tipo de plataformas digitales, aplicaciones y demás?
Según el lingüista irlandés Crystal (2006), “el principio de ‘ahórrese una tecla’ se aplica con generosidad en correos electrónicos, grupos de chat y mundos virtuales en los cuales puede construirse toda clase de oraciones sin utilizar mayúsculas ni puntación”. Así como ha surgido una apacible tolerancia entre internautas al confundir las abreviaciones como “qué hces”, “cómo stas”, con inexactitud al escribir en el teclado.
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