Les puedo decir que ahora, si vamos a las cuestiones de nuestro oficio… La historia del cine es un
poco desconcertante, no podemos decir actualmente que continuemos la línea que eligieron
nuestros abuelos. El cine que a mí me gustaba y
por el cual me convertí en cineasta, el cine que de
verdad me inspiraba, eran las películas de Orson
Welles, las de De Sica, sobre todo Milagro en
Milán, La Atalanta de Jean Vigo, las películas de
René Clair, de Jacques Tati, después apareció el
neorrealismo italiano, después apareció Buñuel,
después apareció Bardem, después apareció la
nueva ola en Francia, el cine independiente americano… Y uno podía presumir que así continuarían
las cosas, pero llegó Hollywood y nos aplastó, nos
devoró. Cuál es la lengua de una película no es
para mí algo tan importante, para usar un término
matemático: es algo obligatorio pero no necesario.
Si no entendemos la película sin traducción, entonces quiere decir que es radio y no cine. Si al ver la
película la gente habla mucho y como uno conoce
la lengua puede cerrar los ojos y entender todo,
entonces tampoco es cine. El cine se ha vuelto
demasiado parlanchín. Yo he tratado de ser lo
menos parlanchín y de tener un mínimo de
palabras pronunciadas, para la información
absolutamente indispensable. También puedo
decirte que aquellas películas estaban dobladas y
subtituladas por mí mismo, con la única pérdida de
que no oías la melodía de la gente que hablaba en
georgiano. Siempre es una lástima cuando nos
muestran las películas japonesas dobladas al
francés porque se pierde la melodía del japonés,
pero no por eso vas a decir que sea reaccionario
mostrarlas así en Francia. El doblaje es algo muy
ambiguo: se pierde la melodía de la lengua, se
pierden las entonaciones, las pronunciaciones
autóctonas, pero ya no hacen falta los subtítulos,
uno se libera de esa plaga que le impide ver la
pantalla. Siempre estamos obligados a desviar
nuestros ojos hacia la parte de abajo y capaz que en
ese momento sucede algo, en la puesta en escena,
en el tono, en el desarrollo del pensamiento del
cineasta en la pantalla. Como uno está viendo los
subtítulos se pierde alrededor de un tercio de las
imágenes de la película. Por eso estoy en contra de
los subtítulos y trato de doblar mis películas a
distintas lenguas para que sean comprendidas. Así
al menos la gente mira la pantalla y no está