Cinéfilo 16 - Marzo 2014 | Page 47

Les puedo decir que ahora, si vamos a las cuestiones de nuestro oficio… La historia del cine es un poco desconcertante, no podemos decir actualmente que continuemos la línea que eligieron nuestros abuelos. El cine que a mí me gustaba y por el cual me convertí en cineasta, el cine que de verdad me inspiraba, eran las películas de Orson Welles, las de De Sica, sobre todo Milagro en Milán, La Atalanta de Jean Vigo, las películas de René Clair, de Jacques Tati, después apareció el neorrealismo italiano, después apareció Buñuel, después apareció Bardem, después apareció la nueva ola en Francia, el cine independiente americano… Y uno podía presumir que así continuarían las cosas, pero llegó Hollywood y nos aplastó, nos devoró. Cuál es la lengua de una película no es para mí algo tan importante, para usar un término matemático: es algo obligatorio pero no necesario. Si no entendemos la película sin traducción, entonces quiere decir que es radio y no cine. Si al ver la película la gente habla mucho y como uno conoce la lengua puede cerrar los ojos y entender todo, entonces tampoco es cine. El cine se ha vuelto demasiado parlanchín. Yo he tratado de ser lo menos parlanchín y de tener un mínimo de palabras pronunciadas, para la información absolutamente indispensable. También puedo decirte que aquellas películas estaban dobladas y subtituladas por mí mismo, con la única pérdida de que no oías la melodía de la gente que hablaba en georgiano. Siempre es una lástima cuando nos muestran las películas japonesas dobladas al francés porque se pierde la melodía del japonés, pero no por eso vas a decir que sea reaccionario mostrarlas así en Francia. El doblaje es algo muy ambiguo: se pierde la melodía de la lengua, se pierden las entonaciones, las pronunciaciones autóctonas, pero ya no hacen falta los subtítulos, uno se libera de esa plaga que le impide ver la pantalla. Siempre estamos obligados a desviar nuestros ojos hacia la parte de abajo y capaz que en ese momento sucede algo, en la puesta en escena, en el tono, en el desarrollo del pensamiento del cineasta en la pantalla. Como uno está viendo los subtítulos se pierde alrededor de un tercio de las imágenes de la película. Por eso estoy en contra de los subtítulos y trato de doblar mis películas a distintas lenguas para que sean comprendidas. Así al menos la gente mira la pantalla y no está