La orilla que se abisma
posó en un espacio geográfico, sobre un mundo
muy concreto, y que a partir de esa observación
armó una obra gigantesca, que excede la propia
realidad, el propio paisaje. Uno puede pensar que
hay de algún modo un punto de partida referencial
que puede ser identificado: el río, la orilla, ciertos
personajes, los animales; hay un mundo ahí que
puede identificarse. La operación sería volver
sobre ese mundo pero intentando mirarlo con
alguna de las operaciones poéticas con las que las
miró Juanele. Por ejemplo, él dice en una entrevista que se trata de cierto sentido grumoso que
disuelve el contorno de las cosas para hacer sentir
la unidad viviente. Entonces de alguna manera nos
apropiamos de determinado principio estético, que
creemos puede ser apropiado desde el cine, y esto
nos da operaciones de relato, discursivas, incluso
técnicas.
O sea, en las películas siempre hay como una idea
de fondo a la que yo llamo “poética”. A partir de
esta idea se tienen que empezar a pensar las áreas,
atravesarlas. Esta idea poética tiene que ser lo
suficientemente clara como para que no vaya cada
uno hacia cualquier lugar, pero lo suficientemente
poética como para que no la reproduzcamos
literalmente. En La casa, por ejemplo, era la idea
de los fantasmas, de lo fantasmal, que para
nosotros era una tensión entre el estar y el no estar.
¿Y cómo es tu relación con el cine? ¿Tan fuerte
como la que tenés con la literatura?
Sí, con algunos a