Cinéfilo 16 - Marzo 2014 | Page 36

La orilla que se abisma posó en un espacio geográfico, sobre un mundo muy concreto, y que a partir de esa observación armó una obra gigantesca, que excede la propia realidad, el propio paisaje. Uno puede pensar que hay de algún modo un punto de partida referencial que puede ser identificado: el río, la orilla, ciertos personajes, los animales; hay un mundo ahí que puede identificarse. La operación sería volver sobre ese mundo pero intentando mirarlo con alguna de las operaciones poéticas con las que las miró Juanele. Por ejemplo, él dice en una entrevista que se trata de cierto sentido grumoso que disuelve el contorno de las cosas para hacer sentir la unidad viviente. Entonces de alguna manera nos apropiamos de determinado principio estético, que creemos puede ser apropiado desde el cine, y esto nos da operaciones de relato, discursivas, incluso técnicas. O sea, en las películas siempre hay como una idea de fondo a la que yo llamo “poética”. A partir de esta idea se tienen que empezar a pensar las áreas, atravesarlas. Esta idea poética tiene que ser lo suficientemente clara como para que no vaya cada uno hacia cualquier lugar, pero lo suficientemente poética como para que no la reproduzcamos literalmente. En La casa, por ejemplo, era la idea de los fantasmas, de lo fantasmal, que para nosotros era una tensión entre el estar y el no estar. ¿Y cómo es tu relación con el cine? ¿Tan fuerte como la que tenés con la literatura? Sí, con algunos a