ca de Glee (serie que era el sueño pop para muchos
y que perdió cualquier interés para otros). ¿Y qué
otra cosa es Frances Ha sino la versión definitiva
de Girls?
En verdad la sexta y por lejos mejor película de
Noah Baumbach es mucho más.
El centro del film no es un conflicto amoroso,
aunque al comienzo Frances (Greta Gerwig,
también co-guionista, también extraordinaria)
decide no vivir con su novio y Sophie (Mickey
Summer), la amiga con quien comparte el departamento, mucho más pragmática, decide mudarse a
una zona mejor ubicada de la ciudad. Al no poder
pagar el departamento por sí sola, Frances empieza
a deambular por varios domicilios de New York e
incluso viaja a París, sólo para comprobar que la
ciudad luz, en una decisión inteligente del film, es
un lugar gris y poco amigable. Como si Frances en
realidad no estuviera allí.
Tampoco es un film sobre la relación conflictiva
con los padres. Entre los viajes de Frances hay una
visita a sus padres (interpretados por los verdaderos padres de Gerwig), algo que ocurre al promediar la película y que funciona como un sucedáneo
de descanso para la atareada Frances —extraña
película ésta en que Sacramento es un lugar acogedor (puede que lo sea) y París un lugar indeseable.
Al contrario del lugar común, el hogar y la familia
representan un refugio donde se puede tomar un
poco de aire para seguir viaje. Tampoco es un film
sobre la falta de dinero o cómo conseguirlo.
Frances es bailarina contemporánea, trabaja ad
honorem en una compañía, pero está un poco
grande para el canon requerido y sólo terminará, a
regañadientes, con un puesto administrativo en
ella.
Como se ve, el film evita los lugares comunes de la
mayoría de las producciones indies y no tanto. Lo
que se puede destilar del periplo de Frances es un
tema poco tratado en el cine: el de la amistad entre
mujeres, y creo, es hasta ahora la película que más
se acerca a mostrar ese tipo de vínculo. Se me
ocurren dos ejemplos pertinentes: la excelente
Damas en guerra (2011) de Paul Feig, pero que,
partiendo del lugar común, traducía a lo femenino
el bromance masculino de las comedias contemporáneas americanas; o la más lejana en el tiempo
Career Girls (1997) de Mike Leigh, cuyo gran
problema era que no podía evitar ser un ejercicio
de nostalgia. Algún cinéfilo más enciclopédico
seguramente encontrará otros ejemplos. Pero
ninguna se acerca al centro de la naturaleza de este
tipo de relación como la película de Noah Baumbach. No es que sea una superación (est)ética del
tema ni nada parecido, ni es a lo que apunta el film.
De hecho, involuntariamente, funciona como una
11