Chubasco en Primavera
Politeísmos y políticos
Se comenta que en las comunidades antiguas se fraguaba lo llamado “po-
liteísmo”. Sin duda esto es análogo al “polipartidismo”; a los muchos parti-
dos que conforman la competencia por el objetivo, por el deseo del deseoso
mandato y direccionamiento de los territorios anexados a la institución
estatal, y su control. Politeísmo, se puede traducir por la multiplicidad de
dioses. Una suerte de multiplicidad sensible, y no tan sólo ideológica. Por
estos dos senderos la cuestión discurre, en principio, de forma que jamás se
encuentra aislada.
Este reflejo ancestral, hoy podemos percibirlo en la multiplicidad de dioses
que fascinan a la multitud. Multiplicad compartida y convenida. Como
toda convención, convencimiento de formas astutamente involuntarias y
arbitrarias. Límites para el control voluntario de la razón sobre sus objetos
objetivados.
En este punto, es decir, eso que denota el punto, lo puntualmente circunscri-
to a la connotación de lo UNO; llámeselo como se lo quiera llamar, el punto
es un ídolo, un término que determina lo que termina. Forma formante,
firme y firmante. Puntual. Acabada.
Tan puntual como las coordenadas de navegación; teórica salvación ante el
naufragio. Puntual como los horarios laborales, o la locación de direcciones
y sentidos brindados por sórdidos carteles en las esquinas de barrios propi-
cios. Coordenadas en el tiempo y el espacio. Todo un habitáculo donde fuese
en primera instancia posible habitar.
En fin, mitigación mítica de descoordinados polirrubros coordinantes. Ubi-
cuidad que mora en su moral morante.
¿Es que el morar como el mirar, propician una salvación ante la intemperie?
Ante lo desconocido y extraño, ante la profunda y oscura noche es que ese
ente llamado humano busca refugio. Busca donde protegerse. Escapa del
terror como del silencio. Asiste a su entierro en el asilo de la certeza. Mora