Un interminable duelo
Yo pasé por uno.
Fue muy oscuro y tenebroso.
Un día tuve que sepultar mis sueños.
Acepté que no volvería a bailar.
Acepté que no volvería a pisar descalza el pasto.
Que la arena espumosa, esa dejada por las olas,
No volverían a hacer cosquillas en mis pies.
Solo vería las estrellas soñando
Jamás escalaría una montaña.
Yo no escribo poemas.
Para hacerlo hay que tener el alma a flor de piel.
No puedo darme ese lujo.
Mi cuerpo aprendió a soportar espinas.
Las lágrimas se congelaron de frío y perforaron
mi corazón.
Como no contarles que volví a hacer todo eso
desde mi silla de ruedas.
Un día junté mis restos y dije: yo puedo.
Veo estrellas con mis ojos cerrados.
El mundo se oscureció para mí.
Un día empecé a vivir de nuevo.