Chubasco en Primavera N° 12 | страница 21

NOCHE El vampiro sos vos, triste narradora. Chupaste hasta que tu vícti- ma pidió una tregua en tanto regodeo. Pasaste la lengua por tus labios para saborear por última vez la ambrosía que tan generosa- mente te habían prodigado. Vampiro, en el principio fue el verbo, y el verbo se hizo carne y ya no hubo cómo saber quién fue la víctima y quién victimario en este océano rojo. El vampiro se muerde a sí mismo, y ya no recuerda al creador de su maldición.